El partido La Francia Insumisa (LFI) está preparando encuentros con organizaciones y partidos políticos de izquierda con vistas a la confección de un frente común para las elecciones del 12-19 de junio, incluido el histórico Partido Socialista (PS).
El partido de Jean-Luc Mélenchon, tercera opción más votada en las recientes elecciones presidenciales francesas, ha mantenido ya contactos con los principales partidos ecologistas, comunistas o el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA).
El miércoles está prevista una reunión con el Partido Socialista, según fuentes citadas por la televisión francesa BFMTV. La clave ha sido una votación en el Consejo Nacional del PS que aprobó una resolución que plantea dialogar con las fuerzas de izquierda antes de las elecciones.
La reunión del miércoles es un primer paso para una posible confluencia y se plantearán en la mesa propuestas como la jubilación a los 60 años, la desobediencia a los tratados europeos, la congelación de precios o la VI República.
Este mismo lunes el movimiento El Compromiso que lidera el exministro socialista Arnaud Montebourg ha anunciado su intención de sumarse a la Unión Popular de Mélenchon, un foro propuesto por Mélenchon para facilitar la participación de personalidades ajenas a La Francia Insumisa para apoyar su candidatura presidencial e impulsar una refundación de la izquierda francesa.
En él participan universitarios, miembros de movimientos sociales, artistas, sindicalistas y partidos de izquierda. El foro está presidido por Aurélie Trouvé, quien abandonó la presidencia de la organización civil Attac para asumir el cargo.
El partido de Mélenchon, figura histórica de la izquierda francesa, llega a estas elecciones legislativas con una alta capacidad de negociación.
Quedando de tercero en las elecciones presidenciales, con 21,95 de los sufragios, la de Melenchón se configura como la tercera fuerza política más importante de Francia, a muy poco margen de la extrema derecha liderada por Marine Le Pen.
La cantidad de votos obtenida en primera vuelta pone a Mélenchon en una ventaja de negociación frente a sus contrincantes, también de izquierda, comunistas y socialistas, que han quedado excluidos del panorama electoral en los últimos años.
Sumado a esto, el excandidato es consciente de la importancia de sus votos para la elección de Macron. El mismo presidente lo reconoció luego de las elecciones, afirmando que muchos de sus votantes lo eran solamente para evitar el ascenso de la extrema derecha.
Esto pone, nuevamente, a Mélenchon y su partido en una posición electoral importante de cara a los nuevos comicios. A diferencia de un electorado fijo, cercano a los sindicatos y partidos obreros tradicionales, Mélenchon ha movilizado un discurso de izquierda renovada.
Poniendo sobre la agenda importantes temas como el cambio climático y el ecologismo, vital en las actuales discusiones electorales de Francia, el nicho del candidato del nuevo socialismo se encuentra en jóvenes universitarios y primeros votantes.
Los comicios parlamentarios del 12 y el 19 de junio son claves para que Macron pueda llevar a cabo su programa para una “Francia más independiente” y su proyecto “social y ecológico”, “basado en el trabajo”, como prometió el domingo por la noche.
Una mayoría de franceses, según dos sondeos publicados justo después de su reelección, no quieren que el mandatario centrista disponga de una mayoría parlamentaria, como la que goza desde 2017 en la cámara baja, lo que abriría la puerta a la “cohabitación”.
Sin mayoría, “no puede hacer nada. El rey está desnudo”, explicó a la AFP Dominique Rousseau, profesor de derecha constitucional en la universidad Panthéon-Sorbonne. Una vez escogido por el presidente, el primer ministro fija el rumbo del gobierno.
Francia ya conoció este modelo en el pasado. En 1997, Chirac nombró como primer ministro al socialista Lionel Jospin. El presidente conservador había sido previamente el primer ministro entre 1986 y 1988 de su predecesor socialista, François Mitterrand.
*Con información de Europa Press y AFP.