La casualidad y el anhelo de convertirse en padre llevó a un hombre estadounidense a Camboya, país asiático en el otro lado del mundo, donde terminaría encontrando a su inspiración y por quién luchar todos los días. Su nombre es Jerry Windle y, en la memoria de muchos norteamericanos, está presente como todo un ejemplo de figura paternal.

Esa percepción no se la ganó en vano, pues aunque en un punto de su vida vio remota la posibilidad de ser papá por ser gay, ahora (al retroceder 20 años) no puede considerar su decisión más que como una de las mejores que tomó. Contra todo pronóstico, y pese a las consideraciones de los demás, Jerry Windle viajó en el año 2000 a aquella nación remota donde adoptaría a quien terminó por cambiarle la vida.

En Florida, el oficial retirado de la armada se encontró con su destino cuando leyó la historia de un hombre soltero que decidió acoger a un menor en Camboya. Más allá del interés por el testimonio, la posibilidad de que pudiera hacer algo similar empezó a merodear en su cabeza, por lo que no lo pensó dos veces antes de (en 1998) buscar más información.

Una llamada decisiva

“En el artículo hablaba sobre la relación que este hombre tenía con su hijo y algo en mi cabeza hizo ‘click’”, dijo Jerry Windle, según Clarín. En ese momento se contactó con la línea que aparecía en aquel informe: “llamé y pregunté si era posible que un hombre soltero adoptara un niño y ellos me respondieron que sí”.

Antes de conocer ese testimonio, el estadounidense creía que las puertas para cumplir su sueño estaban cerradas y que el hecho de ser gay alejaba aún más las posibilidades. Esto porque, para él, la aceptación y respeto hacia el colectivo LGBTI era diferente unos 20 años atrás a hoy en día (pese a que la lucha de sus integrantes por una mayor igualdad permanece activa).

“Desde muy joven, siempre supe que quería ser padre (...). Eso era algo innato que formaba parte de lo que yo era”, manifestó Windle a ‘Good Morning America’ de la cadena ABC. Con este medio se sinceró sobre lo que antes de empezar los trámites de adopción había asumido. “Me puse un poco triste y deprimido por el hecho de que nunca podría tener un hijo (...), pero lo había aceptado”.

Poco tiempo después de haber diligenciado los formularios requeridos y tomar sus huellas digitales, recibió el anuncio desde Camboya que le informaba sobre un niño de año y medio y que podía ser adoptado. “En el segundo en que abrí el sobre y vi esa fotografía supe que estaba viendo a mi hijo”, evocó, de acuerdo con ese medio. “Envié una foto mía y les pedí que se la dieran en un collar y le explicaran que yo era su papá e iba a ir a buscarlo”.

Y así fue, cuando llegó el momento, en el 2000, viajó a Asia y en su regreso a Estados Unidos ya estaba con su hijo a quien llamó Jordan. Las cosas no fueron sencillas en un comienzo, pues el pequeño tenía un cuadro de desnutrición y sarna.

Una pasión “olímpica”

Cuando Jordan tenía siete años encontró la pasión que lo llevaría al espectro internacional: los clavados, una vocación que descubrió cuando estuvo en un campamento de verano. Su papá recordó que, en un momento, el menor saltó de un trampolín y el encargado de esa salida le sugirió que potenciara las habilidades del menor. “Este niño tiene que nadar... Algún día será campeón nacional. Puede que algún día sea un atleta olímpico’”.

“Lo puse en buceo y antes de que terminara el año, estaba haciendo inmersiones locas”, recordó Jerry, quien agregó que “al año siguiente, Jordan ganó el campeonato nacional juvenil”. El joven luego empezó a prepararse en el USA Diving National Training Center. De allí pasó a otros centros bajo la dirección de reconocidos entrenadores.

Algunos de ellos, como Nunzio Esposto, reconocieron el acompañamiento de este padre: “Jerry estaba dispuesto a viajar, dispuesto a tomarse un tiempo libre en su trabajo para asegurarse de estar en las competencias de Jordan”, recogió el medio estadounidense. El tiempo terminaría por confirmar el talento del ahora joven, quien a sus 22 años, quedó en segunda posición en una de las competiciones de clavados durante los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021.