"Alemania será odiada". Con esta cita, el semanario alemán Der Spiegel titula una extensa entrevista con el polémico inversionista y filántropo George Soros. La entrevista hace parte del tema de portada de esta semana, que la influyente revista dedica a esbozar los posibles escenarios tras una eventual ruptura de la Eurozona. Soros, según Forbes uno de los hombres más ricos del mundo, que pasó de ser el salvaje y poderoso especulador que puso a tambalear a la libra esterlina en 1992 a granjearse reconocimiento internacional por su actividad como filántropo, advierte a todas las naciones de Europa que tienen "muy poco tiempo" para salvar la unión monetaria. Y es especialmente crítico hacia Alemania, la nación más poderosa de Europa y líder ad hoc de la zona durante la crisis, a la que califica de "odiada potencia imperial". A solo pocos días de la próxima cumbre de la Eurozona, que tiene lugar el jueves y el viernes de esta semana en Bruselas, las palabras de este influyente inversionista causan alarma. Los planes de la Unión Europea (UE) para esta cumbre han sido filtrados por medios europeos. Se trataría de una reforma para erigir una "nueva unión" cuyos borradores definitivos el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, le habría hecho llegar a los gobernantes de la UE en días recientes. Las reformas serían tres: posibilitar la solicitud de créditos de manera conjunta, instalar un ente supranacional de control bancario y permitirle a Bruselas penetrar con más autonomía en los presupuestos nacionales. De firmarse a finales de la semana, las reformas demostrarían que la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Eurogrupo mantienen la misma línea de los últimos años como plan para contrarrestar la crisis: austeridad y control fiscal. Según trascendió en círculos políticos en Berlín, la canciller Angela Merkel secundará mañana en el Parlamento de su país las tímidas variaciones concebidas en Bruselas, rechazando así tajantemente la propuesta de emitir los llamados 'eurobonos'. "No, mientras yo esté viva", le habría dicho a políticos en una reunión preliminar. En la entrevista con Der Spiegel, George Soros arremete justamente contra esta posición oficial. Compara la situación actual de Europa con la que vivió el continente después de la Segunda Guerra Mundial, que lo había devastado y que, según Soros, solo se levantó de las ruinas con la ayuda de Estados Unidos y el Plan Marshall, que inyectó fondos sin los que Europa, y especialmente Alemania, no habrían podido recuperarse de la crisis de la posguerra. Según Soros, hoy Alemania está en la posición de Estados Unidos en ese entonces, pero a diferencia de "la potencia benefactora" de Washington el gobierno de Berlín "no está dispuesto a comprometerse con algo similar al Plan Marshall". Y añade: "Es un error trágico e histórico que Alemania no reconozca estas posibilidades". Con sus declaraciones, Soros se une a una ya larga lista de expertos dentro y fuera de Europa que, desde hace algún tiempo, vienen lanzando fuertes críticas hacia los dictámenes de Berlín. Adicionalmente, cada vez hay más alemanes que consideran que debería ser Alemania misma la que debería salir de la zona euro y regresar al viejo marco alemán. Según encuestas citadas por el semanario, la mayoría de los habitantes del mayor prestamista del continente están convencidos de que los créditos que Alemania ha otorgado a Grecia y otros países nunca le serán devueltos. En la entrevista con Der Spiegel, aunque ataca a las políticas oficiales alemanas, Soros se adhiere a los defensores de una zona euro. Pero no por razones ideológicas o políticas sino por un cálculo pragmático: los costos políticos y financieros que implicaría una ruptura. "Una desintegración de la Eurozona sería muy cara y muy perjudicial". Según cálculos del semanario, basados en cifras del Ministerio del Interior alemán, el primer afectado por un eventual desmantelamiento de Eurozona sería Alemania. Hasta ahora este país de más de 80 millones de habitantes, que a pesar de la crisis ha podido mantener un robusto Estado de Bienestar que subsidia a más del 20 por ciento de la población, no ha perdido dinero por la crisis. Una debacle de la unión monetaria, sin embargo, conduciría inmediatamente a un crecimiento del desempleo y una ralentización de su crecimiento económico.