A poco más de un mes de haber sido designada como primera ministra de Reino Unido, Liz Truss se enfrenta a la amenaza (hasta en su propio partido) de ser destituida. Incluso ya empezaron a escucharse nombres para su reemplazo y otros piden el regreso de Boris Johnson, quien se vio obligado a renunciar por el escándalo de las fiestas en Downing Street.
Truss respondió sin evasivas ante el parlamento británico, luego de ser nuevamente blanco de críticas por la oposición. Justin Madderes fue uno de los legisladores que la increpó tras las recientes medidas que mantienen en vilo los mercados financieros y le preguntó por qué no había renunciado tras “el caos causado por su gobierno”.
“Lo siento y he cometido errores. Pero lo correcto en esas circunstancias es hacer cambios, que he hecho, continuar con el trabajo y cumplir con el pueblo británico. (...) Hemos entregado la garantía del precio de la energía, hemos ayudado a la gente este invierno y continuaré haciéndolo”, respondió la primera ministra.
Su gestión ha estado bajo “las cuerdas” en los últimos días, luego de tener que dar marcha atrás a casi todas las medidas económicas que había aplicado junto al anterior ministro de finanzas, Kwasi Kwarteng. La polémica se centró en que estas incluían recorte de impuestos y plan de apoyo energético, que para el nuevo encargado de esa cartera, Jeremy Hunt, no llegaban en el momento adecuado.
Truss se defendió al asegurar que se había corregido la situación “en el interés nacional para garantizar al país la estabilidad económica”. También recalcó: “soy una luchadora, no alguien que abandona”.
Ambiente tenso en el parlamento
“Señor presidente, nuestra política es proteger a los más vulnerables. Tuve que tomar la decisión debido a la situación económica para ajustar nuestras políticas. Soy alguien que está preparado para hacer frente a decisiones difíciles”, continuó Truss, mientras el ambiente en el legislativo subía de tono con miembros de la oposición.
“La semana pasada, la primera ministra se paró allí y prometió que no habría reducción de gastos. Todos vitorearon. Esta semana, el canciller anunció una nueva ola de recortes. ¿Qué sentido tiene un primer ministro cuyas promesas ni siquiera duran una semana?”, fue uno de los cuestionamientos del líder de la oposición británica, Keir Starmer.
Al respecto, la líder del Partido Conservador dijo que se comprometía a que el gasto aumentaría a partir del próximo año y que así sería el siguiente, pero que para ello era necesario “obtener valor por el dinero de los contribuyentes”.
Un “juego” por sobrevivir
La de este miércoles (19 de octubre) es la tercera sesión de preguntas en el Parlamento, con la diferencia de que esta vez está más a prueba su continuidad en el gobierno británico. Luego de la controvertida medida de impuestos no financiados, la perspectiva de una revisión inferior a la inflación es lo que vuelve a ponerla en el ojo del huracán y ocupa los titulares de medios locales.
La inflación registró el mes pasado un índice que no se había alcanzado en 40 años (al acelerarse al 10,1 % interanual). De acuerdo con el diario Daily Telegraph, “ya se prepara una rebelión en las filas conservadoras”.
“Este Gobierno da prioridad a los más vulnerables al mismo tiempo que aporta estabilidad económica y conduce hacia un crecimiento a largo plazo deseado por todos”, fue la respuesta del nuevo encargado de finanzas, Jeremy Hunt, al revelarse esta cifra inflacionaria.
Por lo pronto, Liz Truss seguirá apostando “sus últimas cartas” para intentar salir invicta de la crisis, mientras se espera que los diputados sigan monitoreando de cerca cada jugada durante los próximos días y semanas.