Ranil Wickremesinghe, de 73 años, elegido presidente el miércoles por el Parlamento, prestó el juramento ante el jefe de la Corte Suprema, Jayantha Jayasuriya, en la resguardada sede parlamentaria, indicó un comunicado de su despacho.

El jefe de la policía y el alto mando militar de Sri Lanka estuvieron detrás del presidente cuando juró al cargo en presencia del jefe parlamentario, Mahinda Abeywardana.

La breve ceremonia iba a ser transmitida por la televisión local, pero fue cortada sin explicación poco antes del inicio.

Fuentes oficiales dijeron que el nuevo gobernante deberá nombrar un gabinete de no más de 30 ministros para sacar al país de su peor crisis económica desde su independencia.

Sri Lanka enfrenta prolongados apagones y sus 22 millones de habitantes sufren carencias de combustible, alimento y medicamento desde hace meses.

El enojo público por las dificultades se desbordó cuando decenas de miles de manifestantes irrumpieron en la casa del entonces presidente Gotabaya Rajapaksa, quien huyó del país y renunció, lo que abrió el camino para la elección de Wickremesinghe.

En Sri Lanka hacen cola para obtener pasaporte e irse del país

Una de las filas más largas en Colombo, la capital de Sri Lanka, es la de salida. Miles de personas llegan a la oficina de migración en busca de un pasaporte para huir de la crisis económica del país.

Cada día unas 3.000 personas presentan sus documentos y 15.000 rupias (42 dólares) para obtener el pasaporte. La oficina opera 24 horas al día, seis días por semana, para atender la demanda.

Muchos tienen que esperar toda la noche, como Madushini, de 35 años, cuyo hotel en la provincia occidental de Udawalawa sucumbió primero al coronavirus y luego al revuelo financiero.

Ahora ella quiere encontrar empleo en Estados Unidos, donde tiene un primo.

“La llegada de turistas extranjeros se acabó, necesito encontrar una forma de ganar dinero y asegurar la vida de mi hijo”, declaró a AFP.

“Todo el país está cerrado y no tenemos dinero”, agregó la mujer.

Más salidas

Algunos de los que aguardan en la fila pasan sin agua y comida por temor a perder su sitio, soportando el calor tropical húmedo.

Samantha, una chef desempleada de 34 años, tiene una oferta laboral de un hotel en Chipre y llevaba 18 horas en la fila cuando habló con AFP.

“Quiero salir de Sri Lanka lo antes posible”, declaró. “Aquí no tengo empleo ni dinero. Esperaré en esta fila hasta obtener pasaporte”, dijo.

La pandemia provocó una crisis cambiaria que algunos críticos dicen que fue exacerbada por el mal manejo del gobierno. La situación dejó a Sri Lanka, un país dependiente del turismo, sin poder importar suficiente combustible, medicamentos y otros bienes esenciales.

La inflación alcanzó 54,6 % en junio y el país insular cayó en impago de su deuda de 51.000 millones de dólares.

Las remesas del exterior, también afectadas por el coronavirus, han sido una fuente de ingresos para el país, con más de 10 % de los 22 millones de pobladores del país trabajando en el exterior.

Ese número está creciendo.

El departamento migratorio ya emitió este año más pasaportes que en todo 2021, según sus cifras.

Normalmente, emite unos 50.000 por mes, pero solo en junio pasado emitió 122.000.

“Ayuda al país”

Muchos solicitantes de pasaporte viajan largas distancias desde zonas rurales en autobuses repletos.

“Conozco gente en Arabia Saudita, me prometieron ayudarme a conseguir empleo como empleada doméstica”, dijo Shantakala, de 46 años.

“Mi esposo cuidará de nuestra tierra, que no produce suficiente para los dos, así que me voy a ir”, agregó.

También hay estudiantes que abandonan sus estudios.

“Necesitamos salir de aquí, encontrar empleo y apoyar a nuestra familia en esta difícil situación económica”, comentó Imesh Tarusha, de 18 años, procedente de una familia de seis personas.

Ranil Wickremesinghe fue electo el miércoles como el nuevo presidente de Sri Lanka en sustitución de Gotabaya Rajapaksa, quien huyó del país y renunció luego de que manifestantes invadieron su palacio.

Colombo está en conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un plan de rescate, pero los migrantes tienen pocas esperanzas de que la situación mejore.

“Mi país es hermoso, pero no tiene combustible. Es muy difícil”, apuntó Shantakala. “Espero que mejore, pero no sé cuánto tardará”.

Los empleados migratorios trabajan sin parar para distribuir los documentos.

“Es un trabajo agotador”, reclamó un funcionario a AFP en condición de anonimato. “Nadie se va a casa”.

“Es importante emitir todos los pasaportes que sea posible para que la gente pueda viajar y enviar remesas”, agregó el funcionario.

“Eso ayudará al país”, agregó.

Con información de AFP.