SEMANA: ¿por qué está ganando el rechazo a la nueva constitución?
Francisco Moreno (F. M.): porque la propuesta constitucional que redactó la Convención Constitucional está muy lejos de lo que Chile necesita. La Convención recibió un mandato claro de parte de la ciudadanía: proponer un nuevo texto constitucional que se hiciera cargo de los desafíos sociales, políticos y económicos que enfrenta Chile en la actualidad. Luego de exitosos 30 años de progreso económico y social –los mejores en términos de cifras de crecimiento y disminución de la pobreza desde nuestra independencia– se produjo una severa crisis de legitimidad y confianza en las instituciones públicas y privadas que desembocó en un estallido de violencia, intolerancia y división como no habíamos visto en el último medio siglo.
En medio de una sociedad fracturada, los resultados de la elección de convencionales constituyentes del año pasado –en donde la derecha y el centro fueron irrelevantes, dado que no alcanzaron ni un tercio de los 155 escaños en virtud de una baja electoral y de normas que modificaron artificialmente el resultado democrático– permitieron que la Convención se transformara desde sus inicios en un foro de políticas extremas, con un ideario de izquierda dura sobrerrepresentada y que poco a poco fue perdiendo el apoyo ciudadano en virtud de escándalos públicos que sería largo de narrar.
La debacle en términos de apoyo de la Convención Constitucional comenzó en marzo de este año. A medida que se iban sucediendo una serie de votaciones tanto en las comisiones como en el pleno, la ciudadanía fue percibiendo que sus demandas no solamente no estaban siendo acogidas por esta convención, sino que terminaron aprobando normas que distan por completo del más mínimo sentido común de los chilenos, quienes esperaban una Constitución que fuera la “casa común” que nos permitiera recuperar la amistad cívica y así avanzar en el mejoramiento de la calidad de vida de los grupos más desfavorecidos.
Los últimos meses han permitido convocar a un amplio espectro de ciudadanos que se han manifestado en contra de la propuesta presentada por la Convención Constitucional. Hoy la opción “Rechazo” es, ciertamente, una alternativa transversal que reúne a sectores de centro, centroizquierda y centroderecha, a diferencia de la opción “Apruebo”, cuya identificación política se relaciona con la izquierda militante que nos gobierna.
Tal como señalan las encuestas, los chilenos están apoyando mayoritariamente a la opción “Rechazo” porque perdieron la confianza en la Convención gracias a su desastrosa performance durante el año que estuvo vigente, porque se han dado cuenta de que sus postulados extremos terminarán dividiendo a Chile y debilitarán nuestra democracia hipotecando nuestro sueño de mayor desarrollo económico y social.
SEMANA: ¿cuáles son los riesgos de aprobar ese cambio constitucional?
F. M.: aprobar el próximo domingo esta propuesta constitucional dividirá a Chile en pueblos, naciones y territorios. Desde nuestra independencia, concebimos a nuestro país como una diversidad en una unidad compartida. Chile es uno solo. Eso se termina definitivamente con esta propuesta. En la práctica, crea a grupos privilegiados quienes tendrán una administración de justicia especial, lo que servirá de base para nuevas discriminaciones y conflictos. Esta propuesta debilitará la democracia al afectar la independencia del Poder Judicial –que pasaría a ser un mero “sistema”– y al eliminar al Senado de la República, institución bicentenaria en donde se han generado históricamente los acuerdos políticos de mayor envergadura de Chile.
Aumentará considerablemente el número de reparticiones públicas, con el mayor gasto fiscal y recursos para la clase política. Permitirá la reelección presidencial, lo que incentivará el populismo y la intervención electoral, a pesar de que en Chile se suprimió en 1871 esta nefasta costumbre. Desprotegerá completamente la vida del que está por nacer, estableciendo el derecho al aborto con unas supuestas restricciones, las que debieran ser determinadas en la ley, pero que no le constan a nadie. Debilitará la obligación del Estado de proteger la seguridad y a las víctimas de la delincuencia. En síntesis, se trata de un pésimo texto que genera incertidumbre, desprotección a los ciudadanos y hace crecer de manera desproporcionada al Estado.
SEMANA: ¿por qué termina siendo tan impopular un proyecto que generaba tanta ilusión?
F. M.: meses antes de realizarse la elección para los constituyentes, el Partido Comunista de Chile declaró que había que “rodear la Convención con la movilización de masas”. Lo cierto es que esta frase, que alertó a los sectores democráticos de la política chilena sobre las intenciones del Partido Comunista, nunca se concretó. Y no se concretó porque no fue necesario. Más que “rodear” la convención, la extrema izquierda la sitió desde adentro. Y quienes se entregaron rindiéndose ante ese asedio fueron un gran número de convencionales supuestamente independientes, quienes bailaron de principio a fin la música de los grupos extremos.
Este extremismo se manifestó en las normas que se fueron aprobando: en materia de salud, sin enfrentar los desafíos de fondo, la Convención sentó las bases para que los problemas existentes en los sistemas públicos y privados se terminen agudizando, en perjuicio de las personas de menores ingresos. En materia de pensiones y seguridad social, no se resguardó los derechos de los cotizantes sobre sus fondos y tampoco se incentivó a la colaboración privada en estos desafíos.
En materias tan sensibles como la educación, no hubo apoyo a las familias en la labor de elegir cómo educar a sus hijos y así darles mejores oportunidades. Todas esas razones, más la arrogancia, el desprecio por nuestra cultura y tradiciones, la violencia permanente y la falta de un debate integrador durante el año que duró la Convención, han hecho que la ciudadanía haya terminado por evaluar de pésima manera esta instancia que siempre se proyectó para unir a Chile.
SEMANA: ¿qué puede pasar si gana el rechazo?
F. M.: el triunfo del rechazo permitirá convocar a otro proceso que redacte una nueva constitución. La ciudadanía ya se manifestó por casi 80 % que deseaba una nueva Constitución Política, en el plebiscito realizado en octubre de 2020. Las distintas fuerzas políticas de centroizquierda, centro y centroderecha ya han asumido un compromiso con la ciudadanía que en caso de ganar el rechazo apoyarán un nuevo proceso que permita la realización de una nueva elección de constituyentes, pero sin las distorsiones de la voluntad popular que se verificaron en el proceso de 2021, tales como el haber asegurado 17 escaños de un total de 155 para los pueblos originarios sin considerar la votación obtenida por aquellos, o el haber permitido la inscripción de listas de independientes por primera vez en nuestra historia electoral, imposibilitando de manera irreversible la generación de acuerdos políticos.
Por su parte, quienes piensan votar apruebo, asumiendo que podrán modificar posteriormente la propuesta de la Convención Constitucional, están siendo peligrosamente ingenuos. Los sectores políticos que terminaron redactando esta constitución no quieren cambios, por mucho que se deshagan en declaraciones para la galería durante estos últimos días. La propuesta de nueva constitución establece cerrojos francamente infranqueables que rayan en lo antidemocrático. Se transformaría en la constitución más pétrea de la historia de Chile.
SEMANA: de ganar el rechazo, ¿perdería legitimidad el gobierno de Gabriel Boric?
F. M.: el presidente Boric tomó la decisión política de asumir como el generalísimo de la campaña del “Apruebo”. El nivel de intervención electoral del cual hemos sido testigos durante las últimas semanas no encuentra parangón alguno en la política chilena de los últimos 50 años. Tanto es así que la Contraloría General de la República ya determinó que uno de los ministros del presidente Boric no se ha ajustado a la “necesaria prescindencia” que establece el ordenamiento jurídico chileno en este tipo de situaciones. Estaremos atentos a las sanciones que se establezcan.
Un triunfo del “Rechazo” el próximo domingo significará una verdadera lección de humildad para el presidente y su gobierno. La inexperiencia que ha exhibido el Ejecutivo en estos casi seis meses de gestión tiene que llamar a la reflexión de su coalición política, considerando los tres años y medio que le restan de mandato. Una eventual derrota será un exocet en la línea de flotación del Gobierno que requerirá de mucha humildad, talento político y trabajo para sobrellevarlo. Todas condiciones y características que han estado ausentes desde que asumieran el gobierno.
SEMANA: ¿por qué el gobierno de Gabriel Boric es tan impopular a menos de un año de haber llegado al poder?
F. M.: Gabriel Boric se transformó en el presidente de Chile con mayor desaprobación de la ciudadanía considerando el inicio de su mandato, comparándolo con los expresidentes Bachelet y Piñera. A la quinta semana de gobierno, más de la mitad de los encuestados reprobaba al gobierno de Boric, mientras que Bachelet enfrentó ese mismo escenario, pero a la semana 33 de gestión y Piñera a la semana 37 de haber asumido el mando.
La falta de experiencia para hacer frente a problemas tan acuciantes como la delincuencia y el terrorismo en las regiones del sur de Chile, echan por tierra cualquier esperanza de contar con un gobierno realizador. Su excesiva ideologización que ha demostrado al presentar la reforma tributaria más grande de las últimas tres décadas -en momentos de franca desaceleración económica y débil recuperación del empleo- sumado a su campaña interminable por la opción “Apruebo” en desmedro de su trabajo gubernamental, han provocado un alto rechazo ciudadano tanto a sus políticas como a su gestión gubernamental e intervención electoral desbocada.