Con una influencia marginal del fenómeno El Niño, el cambio climático, empujado por la quema de combustibles fósiles, hizo “al menos 100 veces más probable” el ascenso de las temperaturas en un inicio de primavera más caluroso que lo habitual, según World Weather Attribution (WWA).
“Sin el cambio climático, un calor primaveral tan intenso habría sido extremadamente improbable”, aseguró Lincoln Muniz Alves, investigador del Instituto Brasileño de Investigaciones Espaciales (INPE). Alves formó parte del equipo que estudió el vínculo entre los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático entre el 17 y 26 de septiembre.
La acción humana hizo más probable un salto de entre 1,4 y 4,3 °C, de acuerdo con el informe de la red científica internacional presentado en una conferencia de prensa virtual, que combina modelos climáticos con observaciones.
Grandes extensiones del Cono Sur americano sufrieron altas temperaturas hacia la mitad de septiembre, inclusive antes del comienzo de la primavera, alcanzando 40 °C en la región central y norte de Brasil y también en partes de Bolivia, Argentina y Paraguay. Cuatro muertes vinculadas a la ola de calor fueron reportadas en São Paulo, detalló el trabajo.
“El calor mata, sobre todo en primavera, antes de que la gente se aclimate. Temperaturas superiores a 40 °C a principios de primavera son increíblemente extremas y, aunque solo conocemos cuatro muertes, es probable que el verdadero número sea mucho mayor”, dijo Julie Arrighi, directora de Red Cross Red Crescent Climate Centre.
Lluvias y ciclones
La reciente ola de calor en Suramérica ha surgido como una preocupante manifestación del cambio climático en la región. Esta ola de calor primaveral llegó después de uno de los inviernos más cálidos que se recuerdan en décadas para varios países sudamericanos, dejando una huella de eventos climáticos extremos, como intensas lluvias en Chile y la formación de ciclones en el sur de Brasil, que lamentablemente se cobraron decenas de vidas.
El aumento de las temperaturas durante esta primavera ha exacerbado la situación al propiciar el brote de decenas de incendios forestales en áreas críticas como la Amazonía. Este análisis es el resultado de un estudio realizado por la organización WWA, que colaboró con 12 investigadores de diversas universidades y agencias meteorológicas de Brasil, Países Bajos, Estados Unidos y el Reino Unido.
La contribución de El Niño, fenómeno que tiende a elevar las temperaturas, fue pequeña si se la compara con la influencia del cambio climático, según la WWA. Pesó apenas con una pequeña fracción en comparación con el aumento de las temperaturas que se ha observado desde la época preindustrial.
“Si no se adoptan medidas para reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero, el calor primaveral se volverá más intenso”, advirtió Izidine Pinto, investigador en el Royal Netherlands Meteorological Institute y también autor del informe, que resaltó el impacto sobre “personas vulnerables” y “ecosistemas vitales para regular nuestro clima”.
WWA destacó por último que “si bien habrá pérdidas” con el calor extremo futuro, es “engañoso suponer que los impactos humanos son inevitables”.
“La adaptación al calor extremo puede ser eficaz para reducir la morbilidad y mortalidad”, rezó el informe, que no identificó ningún plan de acción contra el calor en el área analizada, contemplando alertas tempranas, mensajes de concientización o llamados a cambios de comportamiento frente a las altas temperaturas.
La conclusión es clara: el cambio climático es un factor determinante en la creciente frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos en Sudamérica, con consecuencias que van desde condiciones meteorológicas inusuales hasta el riesgo constante de incendios forestales, lo que plantea desafíos significativos para la adaptación y mitigación en la región.
*Con información de AFP.