La semana pasada se inició la Eurocopa en territorio alemán en un espectáculo deportivo que le ha dado la vuelta al mundo en medio de las grandes exhibiciones deportivas, destacadas por maravillosos encuentros y un ambiente único. Sin embargo, detrás de este escenario persisten varios conflictos y tensiones políticas sin resolver.
“Sin proponérselo, el fútbol en esta Eurocopa nos recuerda que Europa todavía tiene heridas muy grandes que no terminan de cerrar y a los distraídos les da un par de clases de historia universal”, dice el periodista Nicolás Samper a SEMANA.
El ambiente político de la Eurocopa tiene como gran protagonista a Ucrania, país que vive desde febrero de 2022 una guerra desatada por la invasión rusa en ese país. Durante su concentración en Alemania, los jugadores se han sentido prácticamente en casa, ya que en tierras teutonas hay más de un millón de refugiados ucranianos que han pedido asilo por cuenta de la guerra.
En cada partido del combinado ucraniano ha habido un gran acompañamiento del público, que con banderas y pancartas no solo apoya a sus representados, sino también pide paz en su país. Una de las muestras más emotivas fue cuando Andriy Shevchenko, exganador del Balón de Oro, llevó, como muestra, parte de las gradas del estadio de Járkov, el cual fue bombardeado por Rusia.
“Cuando era entrenador de la selección nacional, veníamos a menudo a Járkov para entrenar. Nos preparamos para las eliminatorias de la Eurocopa 2021 en Sonyachny. Enterarse de que el estadio estaba destruido fue como descubrir que tu casa estaba arruinada”, dijo Shevchenko a los periodistas. Sin embargo, ha habido provocaciones, por ejemplo, cuando varios rumanos vitorearon “Putin, Putin”, durante el triunfo de su combinado ante Ucrania por 3 a 0.
“La presencia de Ucrania es un respaldo necesario en plena invasión. No es un asunto militar ni es una provocación como el empeño de entrar en la Otan; sino un apoyo a una causa, que es la causa de cualquier país soberano lleno de historia. Es fundamental esa presencia, quiero decir, y es mucho más efectiva que todo lo demás que se ha hecho”, dice el escritor Ricardo Silva Romero sobre el simbolismo detrás de la presencia ucraniana en la copa.
Los procesos electorales también han tenido un lugar clave durante la Eurocopa, ya que durante plena competencia, Francia vivirá comicios en los que Marine Le Pen, líder de la derecha radical del país, es la gran favorita. El partido de la opositora del actual presidente, Emmanuel Macron, propone políticas migratorias mucho más fuertes para impedir que viajeros desde África y Asia puedan quedarse permanentemente en el país.
La selección francesa es un combinado lleno de migrantes o hijos de migrantes. De los 11 jugadores que alinearon como titulares en el partido inaugural contra Austria, seis tienen ascendencia africana. Por lo cual, un par de jugadores se manifestaron abiertamente contra Le Pen. El primero fue Marcus Thuram, delantero del Inter de Milán. “Es la triste realidad de nuestra sociedad actual. Creo que hay mensajes que se transmiten todos los días en la televisión para ayudar a que este partido (Agrupación Nacional) ascienda”, dijo el atacante, al que se sumaron sus compañeros Ousmane Dembélé y Olivier Giroud.
Pero la gran declaración llegó por cuenta de Kylian Mbappé, nuevo fichaje estrella del Real Madrid y uno de los mejores jugadores del mundo, que, sin decirlo directamente, también llamó a no votar por Le Pen. “Tenemos la necesidad de identificarnos con nuestros valores de respeto. Quiero estar orgulloso de defender a un país que representa mis valores”, dijo el astro francés, que hizo un llamado a la juventud a votar al considerar que “los extremos están a las puertas del poder”.
El partido de Marine Le Pen respondió a Mbappé. “No espero que personas que considero bastante alejadas de la realidad den lecciones a los franceses. Me gusta Mbappé como jugador, pero no espero que me dé lecciones de política”, dijo en la emisora France Inter el vicepresidente de RN, Sébastien Chenu. Mientras que Unai Simón, portero de España, aseguró que los futbolistas hablan de “ciertos temas cuando no sé si deberíamos opinar o no”, diciendo que solo se deberían centrar en ámbitos deportivos. Por supuesto, la declaración generó un gran debate al respecto.
“Creo que es momento de encarar los extremismos. Y lo que han hecho Thuram y Mbappé, y otros más, es lo que hay que hacer si se quiere que la democracia siga siendo la forma de gobierno. El mundo ha ganado mucho en términos de inclusión. Cada vez suena más violento ser machista, ser racista, ser clasista, ser homofóbico. Y como el péndulo sigue funcionando, como a ratos gana fuerza el despotismo, no es momento de bajar la guardia”, dice Silva a SEMANA.
Viejas rencillas del pasado también se han hecho presentes en las tribunas gracias a las heridas que han dejado en la población las guerras en la antigua Yugoslavia que reviven viejos odios. Por ejemplo, un periodista albanés terminó siendo expulsado luego de hacer el símbolo del águila bicéfala a la hinchada serbia, un símbolo nacionalista y de provocación. Así como los enfrentamientos entre georgianos y turcos en las tribunas, todo derivado por los resentimientos de la independencia de Georgia luego de la disolución del Imperio otomano.
Después del enfrentamiento entre Albania y Croacia, viejos aliados de guerra, se hicieron virales unos cánticos que provocaron la indignación de sus pobladores. Serbia denuncia unos cantos en que incitan a la violencia que decían “maten, maten, maten al serbio”, ahora la federación exige una sanción ejemplar, incluso amenazaron con abandonar la competición si no hay ningún castigo.
“La guerra de los Balcanes desarmó un país lleno de desunión como Yugoslavia que, desde la muerte del mariscal Tito, avizoraba un final así. Problemas territoriales, anexiones obligadas y rechazo a ellas, independencias de nuevas naciones y otras que, aunque independientes, no lo logran tanto como Kosovo, religiones que chocan, la caída de la cortina de hierro y del comunismo y todos estos factores conspiraron para que en ese sector del mundo se enquistaran enemistades irreconciliables”, dice Samper sobre los odios que existen entre estos países.
Como todo evento masivo, el fútbol sigue mostrando que tiene una gran influencia política y recuerda cómo los distintos conflictos se trasladan a los terrenos de juego, lejos de esa supuesta separación que algunos anhelan entre el deporte y la política.