Un tratamiento de terapia celular que se realizó un hombre llamado Doug Olson, en el año 2010, resultó arrojar datos esperanzadores contra el cáncer. En su momento, el médico que atendía a Olson le dijo que no había encontrado ni una sola célula cancerosa en su cuerpo y, ahora, después de más de 10 años, se pudo comprobar que el tratamiento sí funciona.
“Ahora podemos concluir que las células CAR-T pueden curar realmente a los pacientes con leucemia”, manifestó Carl June, uno de los científicos que hizo la investigación, y hace poco se publicó en la revista Nature.
Antes de Olson, se había sometido al tratamiento Bill Ludwig, otro paciente con cáncer, sus resultados también fueron fortuitos hasta que falleció por causa de la covid-19 el año pasado. Sin embargo, tanto Olson como Ludwig son la prueba de que la terapia celular podría cambiar vidas.
Las terapias que se realizan con células CAR-T consisten en quitar aquellas células T del sistema inmune, las cuales están presentes en una persona con cáncer. Después, se alteran para que produzcan proteínas como los receptores de antígenos quiméricos (CARs en inglés) y se vuelven a inyectar en los pacientes.
De acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) este tipo de terapias representan el avance científico en la medicina. Por eso, en el gremio de la salud, ya hay cinco terapias aprobadas que sirven como tratamientos para las leucemias, linfomas y mielomas.
Sin embargo, a todos los pacientes no les resulta efectivo el mismo tratamiento. Varios estudios consignan que solo un 25 o 35 % de los receptores de células CAR-T, con leucemia linfocítica crónica, experimentaron una remisión completa de su cáncer.
Por su parte, David Porter y su equipo de trabajo de la Universidad de Pensilvania estudiaron las células CAR-T de Olson y de otra persona tratada en 2010, todo con la meta de descartar cualquier problema en el organismo.
Uno de los hallazgos más relevantes arrojó que las células permanecen, pero cambian con el pasar del tiempo; surgió una población prominente de células T llamadas CD8+ o “células asesinas”, las cuales atacan los componentes cancerosos o infectados por un virus.
No obstante, con el pasar de los años, la dupla de pacientes que funcionaron como muestra de estudio desarrollaron otra célula con características dominantes. Llevan el nombre de linfocitos T CD4+ y tienen la facultad de eliminar células infectadas por leucemia.
En efecto, Olson y Ludwig no presentaron ningún síntoma de leucemia, aseguraron los investigadores. Aunque no está claro si las células T CD4+ mataron por completo todos los componentes cancerígenos después de ser introducidas; el citado estudio explica que para el año 2017 cada uno de los hombres recibieron la terapia experimental “Tisagenlecleucel”, que se convirtió en la primera célula CAR-T aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Para Nirali Shah, hematóloga pediátrica del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos en Bethesda, Maryland, este tipo de estudios ofrecen “una prueba de concepto sobre la seguridad de la persistencia e integración a largo plazo de las células T en el organismo”, pero en este momento aún se siguen haciendo pruebas, señaló.
Una de las investigaciones que se empezaron a llevar a cabo, luego del esperanzador descubrimiento, son los refuerzos para utilizar las células CAR-T en el tratamiento de tumores sólidos, como los de próstata y para glioblastoma. Conjuntamente, en enero, los científicos lograron comprobar que el uso de estos componentes celulósicos pueden destruir el tejido cicatricial del corazón, y posiblemente tratarían la fibrosis cardíaca, sostiene la publicación.
Para los expertos, estos hallazgos representan un gran hito, aunque hayan pasado más de diez años desde el inicio de las valoraciones médicas.