Desde este lunes 6 de febrero, tanto en Turquía como en Siria comenzó una búsqueda incansable de supervivientes luego de que un terremoto y después una réplica (con magnitud casi similar) golpearan a los dos países. Hasta las 12:00 p. m. (hora Colombia) el balance de víctimas mortales superaba las 11.700, más de la mitad de las cuales se reportaron en suelo turco.
En las últimas jornadas, los equipos de rescate continúan en una lucha contra el tiempo, las condiciones climáticas y el terreno para intentar que el número de decesos no siga al alza. La búsqueda acompaña el desespero de algunos residentes que perdieron total contacto con sus allegados desde el día de la tragedia.
En Siria, un hombre llamado Malik Ibrahim completó dos días levantando escombros en un poblado del norte de ese territorio, buscando al menos a veinte familiares de treinta que quedaron atrapados bajo las ruinas. En Besmaya, el apoyo de algunos voluntarios y vecinos le ha llevado a encontrar varios cuerpos en un desolador escenario de viviendas colapsadas que contrasta con la serenidad de los olivares vecinos.
Su esperanza se va apagando
Una tras otra, Malik retira las piedras valiéndose de una pala o con sus propias manos, protegidas apenas con guantes. La búsqueda comprende a su tío, a su primo, y a sus respectivas familias. Según él, todos ellos quedaron atrapados bajo el techo y las paredes de su edificio, reducido ahora en un montón de cascotes coronados de paneles solares.
“Se ha ido una familia entera. Es un exterminio”, dijo a AFP Malik Ibrahim con la cara recubierta de polvo. A medida que levanta los escombros el sirio de 40 años va perdiendo la esperanza y las lágrimas se empiezan a apoderar de él. “Cada vez que sacamos un cadáver me acuerdo de los buenos momentos que pasamos juntos; reíamos y hacíamos bromas”.
“Pero eso ya no volverá a ocurrir. Estamos separados. Ellos están en el más allá y nosotros aquí. No nos veremos más”, añadió. Cuando el terremoto sorprendió a la comunidad, tanto él como su pareja y ocho hijos escaparon de casa en la ciudad de Idlib. En medio de la odisea para encontrar a sus familiares, Ibrahim agradece seguir con vida y tener a su esposa e hijos juntos.
“Nuestros recuerdos están enterrados”
La devastación lo inundó desde el momento en que supo que sus familiares de Besmaya no habían logrado huir y que las estructuras los habían sepultado. Tras recibir esa información, se dirigió al pueblo ubicado a unos 40 kilómetros de su vivienda y empezó su odisea por levantar piedras.
“Quedan veinte personas bajo los escombros. No tengo palabras, es una catástrofe. Nuestros recuerdos están enterrados con ellos. Somos un pueblo siniestrado en todos los sentidos de la palabra”, recalcó Ibrahim. Este hombre contó que la guerra civil (que golpea a Siria desde 2011) llamó a su puerta y le obligó a dejar su vivienda anterior para buscar refugio en Idlib.
Por lo pronto su búsqueda continúa y se extiende a diferentes puntos tanto de Siria como de Turquía donde se escuchan gritos de júbilo cada vez que se encuentran supervivientes. Algunos residentes se sienten ‘abandonados’ por los Gobiernos y aseguran que no han recibido ayuda para encontrar a sus allegados.
El balance preliminar por la catástrofe se eleva con el paso de las horas, y se prevé que incluso pueda duplicarse si se confirman los temores de la Organización Mundial de la Salud. El organismo apuntó a que el terremoto podría afectar hasta a 23 millones de personas.
*Con información de AFP.