Tres atentados terroristas han confirmado a los rusos que la guerra en Dagestán es capaz de derramar sangre en cualquier parte de la Federación. El miércoles pasado la bomba de 400 kilos de dinamita que destruyó un edificio de apartamentos vino a sumarse a otro atentado perpetrado en un elegante centro comercial algunos días antes, ambos con un saldo aún indeterminado de muertos. Y poco después, un bombazo en Buinaksk, Dagestán, confirmó que los islamistas que buscan la independencia están dispuestos a todo.