Todos dejaron sus países hace meses y viajaron miles de kilómetros hasta llegar a Capurganá, en el Urabá chocoano en límites con Panamá. Estaban escondidos en un discreto hotel confiados en cruzar la frontera y llegar hasta Estados Unidos y Canadá. Sin embargo todo terminó en la mañana del pasado 20 de febrero. Un nutrido grupo de investigadores de la oficina de Interpol, que hace parte de la Dijín, llegó hasta el lugar. Junto con la Fiscalía y la agencia estadounidense ICE llevaban 16 meses tras la pista de una de las redes de traficantes más grandes. Lo que encontraron fue impactante. Encerrados y hacinados en dos pequeñas habitaciones estaban 46 migrantes, 29 de ellos era de Nepal, 9 de India, 5 de Camerún y 3 habían viajado desde Yemen. En el sitio fueron detenidos 5 hombres encargados de custodiar al grupo de extranjeros. Simultáneamente otros 14 integrantes de esa red de traficantes de personas fueron arrestados en Cúcuta, Medellín y Turbo. En el mundo del crimen organizado la banda era conocida como Los Emperadores.Le puede interesar: Infografía: El infierno de la trata de personas No se trataba de cualquier organización. Las pesquisas determinaron que los colombianos detenidos tenían alianzas con bandas en otros 17 países, la mayoría de Centroamérica. Esto con el fin de conformar una cadena que permita ir pasando a los migrantes entre las diferentes naciones. “En dos años de investigación se estima que cruzaron a 2.000 o 2.500 migrantes que pretendían llegar a Estados Unidos y Canadá. El jefe de la red fue capturado en Medellín”, dijo a SEMANA el general Jorge Luis Vargas director de la Dijín- Interpol. “Utilizaban vías a través de Turbo. Este año hemos adelantado 10 procesos contra estas redes logrando el rescate de 256 migrantes”, afirmó Claudia Carrasquilla, directora de la Unidad de Crimen Organizado de la Fiscalía.
Esta era una de las redes más activas y complejas y en los últimos dos años algunos de sus “cargamentos” habían caído en poder de las autoridades. De acuerdo con Migración Colombia, entre 2016 y 2017, 8.242 migrantes ilegales fueron interceptados. 2.254 eran hindúes, 547 de Nepal, 510 de Bangladesh, 554 de Eritrea y 336 de Camerún, entre otros. El negocio es macabro y muy lucrativo. “Funcionaban bajo dos modalidades; la tipo A que era migrantes con algún tipo de recursos económicos los cuales cancelaban a la red entre 45 y 50.000 dólares por persona. Esto incluía el transporte vía aéreo a través de vuelos desde Brasil a Leticia, de allí a Bogotá para seguir a San Andrés y finalmente Centroamérica, utilizando documentos falsos”, explicó el general Vargas. “La segunda modalidad era para personas con menor capacidad económica a quienes les cobraban entre 2.000 y 2.500 dólares y el traslado era vía terrestre ingresando en muchas ocasiones por Cúcuta o desde Ipiales para salir a través del Urabá antioqueño chocoano”, dijo el oficial. Como si la situación no fuera lo suficientemente dramática una vez están en el Darién muchos de estos migrantes son obligados a transportar entre 20 y 25 kilos de droga por las trochas que llevan a territorio panameño para poder continuar su viaje, una táctica que se conoce como ‘hormigueo’. Este es el “pago” que deben realizar a los integrantes de la bacrim del Clan del Golfo por permitirles utilizar las rutas que ellos controlan en esa zona.Puede leer: La arriesgada travesía de los balseros que huyen de Venezuela para vivir como ilegales en la isla de CurazaoUna de las claves de la investigación que permitió acabar con esta red consistió en el rastreo de los pagos. Para evitar ser asesinados o que los roben la mayoría de estos migrantes no llevan mucho dinero. Para pagar deben cancelar en cada etapa del viaje, para lo cual se comunican con sus familias o amigos quienes desde diferentes lugares del mundo realizan consignaciones a través de empresas de giros internacionales. Ese dinero llega a la cuenta de los integrantes de la red en Colombia. En los últimos dos años esta banda recibió 4.539 giros por un valor superior a los 5.000 millones de pesos. El casi medio centenar de asiáticos y africanos encontrados en Capurganá quedó a disposición de las autoridades migratorias quienes en los próximos días lo enviarán de regreso al último país por donde ingresaron a Colombia, en este caso Brasil. Lo cierto del caso es que el arresto de estos traficantes de personas, conocidos como coyotes, marca el fin de una de las organizaciones dedicadas a uno de los peores delitos como es el tráfico de personas.