El movimiento proiraní Hezbolá prometió el miércoles continuar combatiendo en apoyo a Gaza después de la explosión simultánea en Líbano de cientos de bíperes usados por sus miembros, imputada a Israel, que causó nueve muertos y unos 2.800 heridos. “La resistencia islámica en Líbano continuará, como en todos los días anteriores, sus operaciones para apoyar a Gaza, su pueblo y su resistencia, y para defender a Líbano, su pueblo y su soberanía”, dijo el grupo, aliado del palestino Hamás.
En su comunicado, este movimiento afín a Irán, también prometió un “duro ajuste de cuentas” contra Israel “por su masacre del martes”. La explosión simultánea en todo Líbano de estos dispositivos utilizados por Hezbolá causó nueve muertos y unos 2.800 heridos, cientos de ellos miembros del movimiento islamista, según el Ministerio de Salud libanés. La mayoría de las víctimas tenían heridas en el rostro, las manos o el vientre.
Israel no hizo comentarios sobre las explosiones ocurridas horas después de que el país anunciara que extiende a su frontera con Líbano los objetivos de la guerra, hasta ahora focalizada contra el movimiento islamista palestino Hamás en la Franja de Gaza. El jefe de Hezbolá, Hasan Nasralá, que no resultó herido, se pronunciará en público el jueves sobre los “últimos acontecimientos”.
Riesgo de conflagración regional
Los bíperes o buscapersonas son aparatos de mensajería y localización de pequeño tamaño que no necesitan tarjeta SIM ni conexión a internet. El diario estadounidense The New York Times señaló que los dispositivos que estallaron procedían de Taiwán y fueron cargados con explosivos antes de llegar a Líbano. Sin embargo, la empresa taiwanesa Gold Apollo, señalada por el diario como fabricante, aseguró que los aparatos fueron producidos por su socio húngaro BAC.
“Conforme a un acuerdo de cooperación, autorizamos a BAC a utilizar nuestra marca para la venta de productos en determinadas regiones, pero la concepción y la fabricación de los productos es responsabilidad única de BAC”, indicó la empresa taiwanesa. Irán acusó a Israel de cometer este “acto terrorista”, que calificó de “masacre”.
Estados Unidos, principal aliado de Israel, “no estuvo implicado” ni “estuvo al corriente de este incidente”, aseguró el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller. La coordinadora especial de Naciones Unidas para el Líbano, Jeanine Hennis-Plasschaert, alertó del riesgo de una “escalada sumamente preocupante en un contexto ya (...) volátil”.
También urgió “a todas las partes involucradas a abstenerse de cualquier acción (...) que pueda desencadenar una conflagración más amplia”. En medio de estos temores, el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, llegó el miércoles a Egipto para hablar sobre una eventual tregua en Gaza, aunque fuentes cercanas no prevén grandes avances en este viaje.
Caos frente a los hospitales
Una fuente cercana a Hezbolá dijo que “cientos de miembros” del movimiento “habían resultado heridos por la explosión simultánea de sus buscapersonas”, tanto en los suburbios del sur de Beirut, en la parte meridional de Líbano y en el valle oriental de la Becá. En el suburbio sur de Beirut, un bastión de Hezbolá, los médicos atendían a los heridos en el estacionamiento de un hospital y los habitantes acudían para donar sangre.
“En mi vida había visto algo así”, contó Musa, un residente de esa zona, que pidió ser identificado sólo por su nombre. “Mi esposa y yo íbamos al médico y de repente algo explotó (...). Había gente tirada en el suelo, nadie sabía lo que estaba pasando”, relató. Igualmente en la vecina Siria 14 personas resultaron heridas por la explosión de estos dispositivos, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Desde el inicio de la guerra en Gaza, desencadenada el 7 de octubre de 2023 por una letal incursión de comandos de Hamás en el sur de Israel, la frontera con Líbano se ha convertido en escenario de duelos de artillería casi diarios entre el ejército israelí y Hezbolá, que han obligado a decenas de miles de civiles de ambos países a desplazarse.
Israel anunció su decisión de extender los objetivos de la guerra a la frontera con Líbano para permitir el regreso de los desplazados. En el ataque del 7 de octubre, los comandos islamistas mataron a 1.205 personas, en su mayoría civiles, en el sur de Israel. De los 251 secuestrados durante la incursión islamista, 97 siguen cautivos en Gaza, aunque 33 de ellos fueron declarados muertos por el ejército israelí.
Los bombardeos y operaciones terrestres israelíes destruyeron la Franja y provocaron la muerte de al menos 41.252 palestinos, según el Ministerio de Salud del territorio, gobernado por Hamás. Cuatro soldados israelíes murieron y seis resultaron heridos el martes en combates en el sur de Gaza, indicó el miércoles el ejército.
*Con información de AFP.