Tras haberla congelado durante la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro, Noruega anunció este lunes, un día después de la victoria electoral de Lula, que está dispuesto a reanudar su considerable ayuda financiera para proteger a la Amazonia de la deforestación.
“En cuanto a Lula, hemos visto que durante la campaña electoral puso el acento en la preservación de la selva amazónica y en la protección de las poblaciones indígenas de la Amazonía”, explicó el ministro noruego del Medio Ambiente, Espen Barth Eide.
“Por eso estamos deseando tomar contacto con sus equipos lo antes posible, para preparar la reanudación de la colaboración históricamente positiva entre Brasil y Noruega”, añadió. El país escandinavo, principal proveedor de fondos para la protección de la selva amazónica, había suspendido su ayuda a Brasil en 2019, el año en que Bolsonaro llegó a la presidencia.
Noruega, junto a Alemania aunque en menor medida, es el mayor contribuyente al Fondo de Conservación de la Selva Amazónica, considerado por los expertos como uno de los principales instrumentos -si no el principal- contra la deforestación de la Amazonía. Ante la voluntad manifestada por Bolsonaro al llegar al poder de explotar la Amazonía, Oslo y Berlín habían congelado los pagos en 2019.
Desde la creación del fondo en 2008, el país escandinavo aportó 1.200 millones de dólares al fondo, que funciona según el principio “dinero contra bosques”, es decir que las ayudas anuales fluctúan en función de los resultados obtenidos en la lucha contra la deforestación.
Bajo la presidencia del líder ultraderechista, la deforestación de la Amazonía brasileña se aceleró un 70%, una cifra escandalosa según Barth Eide, quien dijo que su país entró en “confrontación frontal” con Bolsonaro por esta cuestión. Según el ministro, 5.000 millones de coronas noruegas (unos 482 millones de dólares) están esperando a ser utilizadas en el fondo de preservación de la selva amazónica.
Amazonía, valioso sumidero de carbono
“Es dinero que puede ser utilizado rápidamente, y que está disponible para financiar proyectos concretos. Pero del otro lado tiene que haber un gobierno que apoye”, subrayó Barth Eide. “Así que, formalmente, lo será en 2023, pero podemos comenzar los preparativos ahora mismo junto con el equipo de transición de Lula”, añadió.
El Amazonas, el mayor bosque tropical del planeta, es un inmenso remanso de biodiversidad y un valioso “sumidero de carbono”, que emite más CO₂ del que absorbe. La reducción de la deforestación es una de las soluciones propugnadas por los expertos climáticos de la ONU (IPCC) para limitar el calentamiento del planeta a +1,5 °C según los objetivos del Acuerdo de París.
“Es casi imposible alcanzar los objetivos climáticos si no cuidamos los bosques. Nuestro socio más importante para absorber el CO₂ es el bosque, por ejemplo la selva tropical”, subraya Barth Eide. Lula, presidente entre 2003 y 2011, aseguró el domingo tras su victoria en la elección presidencial que Brasil está dispuesto a desempeñar un papel de vanguardia contra el cambio climático, y proclamó que el planeta necesita una “Amazonía viva”.
Si bien Bolsonaro no reconoció todavía su derrota -lo que suscita temores sobre las condiciones de la transición-, las ONG han acogido con satisfacción la perspectiva de un retorno de las ayudas internacionales al mismo tiempo que el de Lula.
“Estamos convencidos de que Lula tiene buenas intenciones respecto a la selva amazónica cuando asuma sus funciones en enero, pero se enfrentará a una situación política en Brasil que complicará su trabajo”, señaló a la AFP Elle Hestnes Ribeiro, directora del programa Brasil de la Rainforest Foundation Norway. “Por lo tanto, la ayuda internacional y del Fondo de Conservación de la Selva Amazónica es esencial”, subrayó.
Con información de AFP.