La policía antidisturbios de París disparó gas lacrimógeno el sábado para dispersar una protesta en gran parte pacífica, pero no autorizada, contra la brutalidad policial y el racismo arraigado, mientras las minorías francesas rechazan cada vez más una doctrina nacional de ceguera étnica que no ha logrado erradicar la discriminación. En Londres, activistas de ultraderecha y alborotadores forcejearon con la policía mientras trataban de “resguardar” los monumentos históricos que recientemente han sido blanco de los manifestantes antirracistas por sus vínculos con la esclavitud y el colonialismo británico.
Los acontecimientos en las dos capitales europeas reflejaron la conmoción mundial desatada por la muerte del afroestadounidense George Floyd en Estados Unidos y el consiguiente reproche por la injusticia racial y los errores históricos. En ambas ciudades, los manifestantes desafiaron las restricciones impuestas a las concentraciones públicas para evitar la propagación del coronavirus. Myriam Boicoulin, de 31 años y originaria de la isla caribeña francesa de Martinica, dijo que marchó en París el sábado porque desea “ser escuchada”. “El hecho de ser visible es enorme”, afirmó Boicoulin, quien es de raza negra y vive en la parte continental de Francia. “Estoy constantemente obligada a adaptarme, hacer concesiones, no hacer escándalos, de hecho ser casi blanca”. “Es la primera vez que la gente nos ve”, señaló a The Associated Press. “Déjennos respirar”. Horas antes de la protesta, la policía de París ordenó el cierre de los recién abiertos restaurantes y tiendas ubicados a lo largo del trayecto de la marcha contra la brutalidad policial y el racismo. La manifestación inspirada por el movimiento Black Lives Matter se realizó entre la Plaza de la República, en el este de la capital francesa, y la Ópera.
Al menos 15.000 participaron en una marcha en París encabezada por partidarios de Adama Traore, un hombre francés de raza negra que murió bajo custodia policial en 2016 en circunstancias que aún no están claras a pesar de cuatro años de varias autopsias. Nadie ha sido acusado en el caso. “Todos exigimos lo mismo: justicia para todos”, dijo la hermana de Traore, Assa, durante la manifestación. Los manifestantes, de marcada diversidad racial, lanzaron consignas al tiempo que un pequeño grupo de activistas de ultraderecha de raza blanca escaló por un edificio que daba a las protestas y desplegó una enorme pancarta en que denunciaba un “racismo antiblanco”. Los residentes del edificio abrieron sus ventanas para arrancar parte de esa pancarta, y uno de ellos levantó el puño en señal de victoria. La policía evitó que los participantes de la marcha principal se acercaran a los integrantes de la contraprotesta, pero no detuvo a los activistas de ultraderecha hasta dos horas después, lo que enfadó aún más a quienes se hallaban abajo.
Policías antidisturbios luego lanzaron gas lacrimógeno y arremetieron contra unos cuantos integrantes descontrolados de la protesta principal, exhortándolos a dispersarse. Cientos de manifestantes pusieron una rodilla en tierra y permanecieron así por horas pese a la presión policial. Los manifestantes habían planeado inicialmente marchar por diferentes puntos de la ciudad, pero la policía decidió impedirles el paso argumentando preocupaciones por la pandemia del coronavirus. Protestas similares también se realizaron el sábado en varias ciudades de Francia, desde Rouen, en Normandía, hasta Marsella en el Mediterráneo. Algunos manifestantes se dijeron motivados por la respuesta del gobierno francés ante las últimas dos semanas de protestas inspiradas en la muerte de Floyd de prohibir que los policías tomen a alguien del cuello y de lanzar investigaciones sobre comentarios racistas entre policías en grupos privados de Facebook y Whatsapp. En Londres, un grupo simpatizante del movimiento Black Lives Matter suspendió la convocatoria a una manifestación programada para el sábado, alegando que sería insegura dada la anunciada presencia de manifestantes que estaban en contra del evento.
No obstante, algunos manifestantes se reunieron en el Hyde Park para denunciar el racismo, mientras cientos de activistas de extrema derecha protestaban en contra, a pesar de las estrictas restricciones policiales y las advertencias de quedarse en casa para contener la pandemia. Muchos participantes de la contramanifestación de extrema derecha se congregaron alrededor de una estatua del ex primer ministro Winston Churchill y el monumento del Cenotafio, que fueron rodeados de paneles para protegerlos contra posibles actos de vandalismo. Algunos activistas arrojaron botellas y latas a los policías, mientras que otros intentaron atravesar las barreras policiales. Los agentes antidisturbios a caballo hicieron retroceder a la multitud. Los manifestantes, que parecían ser en su mayoría hombres blancos, corearon “Inglaterra” y cantaron el himno nacional.
“Estoy extremadamente harto de la forma en que las autoridades han permitido dos fines de semana consecutivos de vandalismo contra nuestros monumentos nacionales”, dijo a la agencia Press Association Paul Golding, líder del grupo de extrema derecha Britain First (Gran Bretaña Primero). A su vez, las protestas en apoyo al movimiento Black Lives Matter continuaron el sábado en Australia pese a la advertencia de las autoridades sanitarias, aunque a una escala notablemente menor que el pasado fin de semana, cuando miles de personas salieron a la calle en la costa este. La mayor movilización se registró en Perth, la capital del estado de Australia Occidental, donde según estimaciones de Australian Broadcasting Corp. 5.000 personas se congregaron para recordar a George Floyd y a los aborígenes australianos que murieron bajo custodia policial.