Durante el año que ya completa la pandemia de covid-19, el presidente brasileño Jair Bolsonaro se ha caracterizado por minimizar los efectos del virus en los humanos y restarle importancia a la emergencia sanitaria que ha puesto en jaque al mundo.
Esto ha provocado que Brasil sea uno de los países más afectados del mundo por el coronavirus, tanto en número de contagios, como en muertes por el virus. Según datos de la Universidad Johns Hopkins, el país sudamericano registra 11,4 millones de casos confirmados de covid-19, lo cual lo ubica como el tercero de todo el mundo con más contagios.
En cuanto al número de decesos, las cifras son cada vez peores, pues hasta este sábado, Brasil tenía 275.000 muertes, de las cuales casi 100.000 se han producido en los últimos tres meses, justo después de que el presidente de extrema derecha mencionara que su país ya había pasado la peor ola de la emergencia.
Debido a su posición política, muy similar a la adoptada por el expresidente Donald Trump en Estados Unidos, organizaciones internacionales han criticado constantemente el trabajo de la administración Bolsonaro frente a la covid-19.
La Organización Mundial de la Salud, se mostró “profundamente preocupada” por la situación en el país sudamericano, ya que considera que en que en algunos lugares de Brasil la amenaza se está volviendo “extrema”.
“A menos de que se tomen medidas serias, la tendencia ascendente que ahora inunda el sistema de salud y supera su capacidad provocará más muertes”, dijo sobre el caso el director general de la OMS, Tedros Adhanom Gebreyesus, quien añadió que este panorama podría empezar a afectar a los países vecinos, entre los que se encuentran Perú, Paraguay, Venezuela, Colombia, Bolivia, Uruguay, Argentina, las Guyanas y Surinam.
La entidad ya había emitido una comunicación manifestando su preocupación sobre el aumento de casos y de muertes en el país más grande de Sudamérica, pues mientras en la mayoría de naciones del mundo se ha presentado una tendencia a la baja, Brasil ha aumentado el número de casos y de decesos en las últimas semanas y ha prendido las alarmas en la comunidad científica, sobre todo, por la rápida propagación de la cepa brasileña, la cual es mucho más contagiosa que otras variantes del virus.
Otro de los que ha mostrado su rechazo al manejo de la pandemia por parte del presidente es el exmandatario, Luiz Inácio Lula da Silva, quien declaró señaló que el tratamiento de la emergencia ha sido “idiota”.
“Este país está en un estado de total confusión y tumulto porque no hay gobierno. Lo repetiré: este país no tiene gobierno”, declaró Lula, quien atribuyó la culpa de todo al liderazgo “incivilizado” de Bolsonaro.
El último reporte ofrecido por el Ministerio de Salud indica que durante el jueves y el viernes se registraron más de 86.000 casos positivos y 2.216 muertes en todo el país, aunque el estado más afectado por la situación es São Paulo, que hasta el momento suma más de 2,18 millones de casos positivos y 63.500 muertes.
Otro de los puntos que preocupa a autoridades nacionales e internacionales es que casi el 94 % de las UCI están ocupadas y el sistema de salud “corre el riesgo de colapsar a medida que más y más pacientes requieran hospitalización”, indicó la Organización Panamericana de la Salud.
Otros estados brasileños, como Manaos y Amazonas, también informan de altas tasas de ocupación de UCI, lo que pone al país en alerta y más cuando el plan de vacunación no avanza al ritmo necesario, pues de acuerdo con cifras de la plataforma OurWorldInData, de la Universidad de Oxford, este país tiene una cifra de 5,2 vacunados por cada 100 habitantes, muy lejos de los 34 por cada 100 de Chile o de los 30 por cada 100 de Estados Unidos, y ni qué decir de los 106 de Israel.