En 2018, la actriz de contenidos para adultos Stormy Daniels, que aseguró haber tenido un brevísimo romance con el presidente de Estados Unidos en 2006, dijo en un libro que el sexo con el mandatario fue el “menos impresionante” de su vida.
En su libro “Full Disclosure” (La divulgación completa) que fue publicado el 2 de octubre de ese año, Daniels también describió los genitales de Donald Trump e incluyó una comparación con un personaje del videojuego Mario Kart que tiene cabeza de hongo, según los apartes que por ese entonces dio a conocer el diario británico The Guardian.
En ese momento, Trump negó haber tenido un amorío con Daniels, pero su abogado Michael Cohen se declaró culpable de violar reglas sobre la financiación de la campaña electoral y reveló que poco antes de las elecciones presidenciales de 2016 pagó a Daniels 130.000 dólares para comprar su silencio sobre el romance.
Daniels, de 42 años de edad, que coopera con la Fiscalía de Nueva York en la investigación, aseguró que tuvo un encuentro sexual con Trump en Lake Tahoe, California, donde se celebraba un torneo de golf en 2006, unos meses después de que la esposa de Trump, Melania, diera a luz al hijo de ambos, Barron. En el libro, Daniels afirmó que el affaire con el actual presidente comenzó cuando uno de sus guardaespaldas la invitó a cenar con el famoso empresario inmobiliario y conductor del programa televisivo El aprendiz. La noche, según ella, terminó en el penthouse de Trump.
“Puede haber sido el sexo menos impresionante que tuve en mi vida, pero claramente él no compartió esa opinión”, escribió Daniels, que dice haberse sentido luego asqueada por el affaire. La actriz porno relató que se mantuvo en contacto con Trump todo el año siguiente con la esperanza de participar en su programa de televisión.
Ahora, Stephanie Grisham, famosa por no dar una sola conferencia de prensa televisada mientras era la portavoz principal de Trump, relató su experiencia junto al exmandatario republicano en I’ll Take your Questions Now (“Tomaré sus preguntas ahora”). Una vez, según cuenta, estaba en el avión presidencial Air Force One y fue llamada para escuchar a Trump defender el tamaño de su pene, tras la comparación poco halagüeña de que parecía un “hongo” que había hecho la actriz de cine porno Stormy Daniels.
Para aplacar a Trump, afirma el libro, un asistente conocido por el personal de la Casa Blanca como “el hombre de la música”, le tocaba canciones de Broadway, incluida Memory, del exitoso musical Cats. Según Grisham, la Casa Blanca de Trump giraba en torno al enorme ego del jefe, incluso cuando eso significaba mentirle a la gente o generar rumores dañinos.
Un ejemplo fue la misteriosa visita de Trump al hospital presidencial en el Centro Médico Walter Reed en 2019. La negativa de la Casa Blanca a explicar la naturaleza de la visita llevó a especular que se estaba ocultando un grave problema de salud. Grisham dice que el mandatario fue simplemente a hacerse un “procedimiento muy común”, insinuando que fue una colonoscopia. Sin embargo, Trump se negó a someterse a anestesia porque eso supondría ceder el poder por un corto tiempo a su vicepresidente, Mike Pence, y creía que esto sería “mostrar debilidad”, según citó el Times.
Sobre su muy criticado desempeño mientras ocupaba el cargo de secretaria de prensa de la Casa Blanca, en el que a menudo no respondía a los periodistas y acabó con la tradicional rueda de prensa diaria, Grisham afirma que solo estaba tratando de evitar problemas. “Sabía que tarde o temprano el presidente querría que le dijera al público algo que no era cierto o que me haría sonar como una loca”, escribe.
El expresidente y su esposa Melania rechazaron enérgicamente el libro, cuyos extractos fueron divulgados el martes en los diarios The New York Times y The Washington Post. La actual portavoz de Trump, Liz Harrington, calificó a Grisham como una “exempleada descontenta” y dijo que lo que escribió está “lleno de falsedades”.
Sin embargo, como testigo privilegiado de los tumultuosos años del mandato de Trump, el libro de Grisham es foco de atención antes de su publicación la próxima semana.
Según lo citado por el Times, un blanco frecuente de la ira de Trump era el entonces abogado jefe de la Casa Blanca, Pat Cipollone, porque le advertía a Trump que estaba buscando hacer cosas que “no eran éticas o ilegales. Entonces (Trump) lo que hacía era... gritarle”.