En 1888, Grover Cleveland perdía su campaña de reelección a presidente de Estados Unidos por un corto margen sobre Benjamin Harrison. Si bien en su momento parecía que la carrera del demócrata estaba terminada tras la derrota electoral, para 1892, de cara a unas nuevas elecciones, logró sobreponerse al mandatario del momento y su némesis político. Con esto, Cleveland se convirtió en el único presidente de la nación norteamericana en ser reelecto en dos mandatos no consecutivos. Hasta ahora.
Donald Trump pretende repetir esa historia y ser el segundo estadounidense en convertirse en presidente después de perder la reelección y completar así dos periplos en la Casa Blanca luego de una corta ausencia de cuatro años. Esta semana, el magnate y líder de los republicanos dio un paso agigantado para llegar a un triunfo en noviembre al despejar su camino dentro de su propio partido.
El 5 de marzo se llevó a cabo el conocido supermartes, día en el que 15 estados eligen a sus representantes políticos para ser candidatos a presidente por los partidos Demócrata o Republicano. Trump ganó en todos menos en uno, Vermont, un territorio profundamente demócrata, donde lo superó Nikki Haley, más por un voto contra el expresidente que a favor de la exgobernadora. Al final de la jornada, el magnate sumaba 893 delegados, mientras que su rival solo tenía 66.
El mensaje no podía ser más contundente. Trump había vuelto y el siguiente miércoles (6 de marzo) Haley anunció su renuncia a la campaña, dejando el camino despejado para que en un par de elecciones más el exmandatario llegue al número mágico de los 1.215 delegados, que le permitirán ser oficialmente el candidato republicano para las elecciones. “Donald Trump le da a mucha gente la sensación de seguridad en el liderazgo. Y él se beneficia de las decepciones que generó Joe Biden entre los votantes demócratas”, dice Giovanni Reyes, profesor de la Universidad del Rosario.
Las encuestas por el momento parecen más que reñidas, ya que en cualquier sondeo puede salir liderando tanto el actual presidente como el exmandatario republicano. Según un análisis de The Economist, promediando los estudios de las distintas firmas, Trump tendría el 45 por ciento de los votos, mientras Biden se quedaría con 44 puntos.
Aun cuando pareciera que Biden está contra la lona, es muy pronto para dar por derrotado al demócrata en medio del duro ambiente de polarización que se vive. “La elección va a ser reñida. La ventaja que tiene Trump sobre Biden no es representativa ni definitiva. Si bien sobre Biden hay muchas dudas respecto a su lucidez por la edad, Trump no termina de generar consensos. Mucha gente del Partido Republicano vota tradicionalmente por el partido, pero tiene mucho miedo respecto a lo que fue Trump, por ejemplo, durante la pandemia, en las olas de violencia a raíz de la muerte de George Floyd o tras no reconocer los resultados electorales. Por lo cual, hay que entender que para Trump no va a ser fácil”, afirma Mauricio Jaramillo, profesor de la Facultad de Estudios Internacionales de la Universidad del Rosario.
Lo único que parece que podría entrometerse para Trump, además de algún accidente o alguna campaña enigmática de Biden, sería la Corte Suprema de Justicia. Durante meses se ha especulado sobre si podrían anular la candidatura del expresidente por los serios cargos de los que se le acusa al intentar revertir el resultado de las elecciones de 2020 y provocar una insurrección de sus fanáticos con la intención de frenar la posesión presidencial de Biden en la toma del Capitolio.
Esta semana, dicho tribunal le dio un espaldarazo al expresidente al decretar que ningún estado puede sacarlo de sus tarjetones para las elecciones primarias, sin importar los cargos en su contra. Pese a que tienen muchos asuntos sobre los que deben decidir, como si Trump puede ser elegible en los próximos comicios de llegar a ser declarado culpable del delito de insurrección, todo indicaría que tendrá el aval para seguir con el proceso.
“Creo que la confirmación de su inclusión en la boleta electoral, respaldada de manera unánime por los nueve jueces de la Corte Suprema, es extremadamente significativa. Esto envía un mensaje muy claro y contundente”, manifiesta el profesor Reyes, quien asegura que es muy probable que Trump sea ratificado como candidato legal, a pesar de que en un par de semanas tendrá su primer juicio, y aún le esperan otras comparecencias ante el juzgado.
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos serán el próximo 5 de noviembre, y a menos que ocurra un milagro, Trump se volverá a ver la cara con Biden en un inédito segundo round en el que un expresidente se batirá a duelo con su predecesor al que le ganó la elección, en medio de un gran ambiente de polarización. Caso similar al que pasó en 1892, solo que en esa época Cleveland le sostuvo la sombrilla a Harrison durante su primer discurso como presidente, bajo una gran lluvia.
Hoy es poco probable que alguno de los candidatos actuales le sostenga un paraguas al otro, o que siquiera se den la mano por el profundo odio que se tienen.
La piedra en el zapato
Mientras Biden pronunciaba su discurso anual del estado de la Unión en el Capitolio, Trump, a través de su cuenta de Truth Social, arremetió contra el actual mandatario norteamericano y sus intervenciones en vivo.
En primer lugar, Biden se refirió a la guerra en Ucrania, asegurando que mantendría el apoyo contra Rusia, pero Trump afirmó que la única razón por la que existe el conflicto es porque “Putin no lo respeta” y que los combates nunca habrían ocurrido con él en el poder.
Trump también se fijó en las formas del mandatario. “Parece muy enojado cuando habla, lo cual es un rasgo de las personas que saben que están perdiendo el control. ¡La ira y los gritos no ayudan a unir a nuestro país!”, dijo el magnate en su propia red social.
Biden, por su parte, se refirió a Trump como un “insurrecto” que no es patriota, a lo cual el republicano no se quedó atrás. “Los llamados ‘insurrectos’ de los que habla no tenían armas, solo tuvieron una elección amañada”, dijo, reiterando la teoría del fraude electoral, que nunca pudo ser probada por ninguna autoridad.
Luego siguió publicando mensajes e imágenes en la red social, por ejemplo, algunas gráficas con las cifras económicas del gobierno de Biden consideradas como un gran fracaso. Pero también publicó un montaje del actual presidente junto a Vladímir Putin, acompañado de un texto que reza: “Biden-Harris, respaldados por Putin”.
Biden afirmó que, a pesar de su edad avanzada, sus ideas son modernas, en contraste con su antecesor. Dejó entrever que alude a Trump al señalar que hay una facción que desea arrastrar a Estados Unidos al pasado, guiada únicamente por el odio y la sed de venganza.
Al terminar Biden, Trump siguió con sus publicaciones venenosas contra el mandatario, celebrando que ya había finalizado el discurso, para luego volver a criticar el manejo de las relaciones internacionales, de la economía y de la sociedad estadounidense.
Finalmente, se defendió de las palabras del presidente asegurando que eran falsas, pero que los electores no serían engañados por el demócrata. En total, durante la hora del discurso, Trump publicó 58 mensajes contra Biden. No hubo minuto en que bajara su arremetida, que apenas está empezando a tomar forma.