En un incidente que sacudió la tranquilidad de Italia, un individuo de nacionalidad tunecina, sembró el pánico entre los transeúntes al estar amenazando con un cuchillo mientras caminaba por la calle y gritaba “Allah Akbar”, que significa “Allah es grande”. Este acto desencadenó una intensa reacción de miedo y alarma entre los transeúntes que encontraban caminando por allí.
La acción de este individuo desencadenó una respuesta de las autoridades que salieron a buscarlo y lo retuvieron. Aunque, queda la duda sobre la aparente incapacidad de los oficiales de contener al individuo en cuestión, a pesar de su comportamiento amenazante.
Este episodio desencadenó un intenso debate entre los internautas y la población en general, que comenzaron a cuestionar la seguridad y plantearon preguntas cruciales sobre cómo abordar este tipo de situaciones en el futuro.
Las imágenes del incidente se difundieron rápidamente en las redes sociales, lo que avivó aún más las conversaciones sobre la preparación y la respuesta de las autoridades en caso de amenazas similares, y la necesidad.
Los consumidores de la red social X, anteriormente Twitter, cuestionaron el actuar de los oficiales y, que aparentemente, no tuvieran un arma o elemento que inmovilizara al extranjero en cuestión.
E incluso, dieron a entender que el problema en el ‘viejo continente’ radica que en “la mayoría de los países la población ha sido desarmada. Las leyes son tan locas que ni siquiera tienen derecho a la legítima defensa a menos que sea “proporcional”.
Seguridad en Italia
Horas antes de este suceso, en un operativo de las fuerzas de seguridad italianas en la ciudad de Milán, se procedió a la detención de dos individuos de origen egipcio, quienes enfrentan graves acusaciones de simpatizar con la organización terrorista Estado Islámico y de realizar amenazas de muerte en línea hacia varias figuras prominentes, incluyendo a la actual primera ministra de Italia, Giorgia Meloni.
Estos dos detenidos, uno de los cuales posee nacionalidad egipcia, se habían destacado por expresar públicamente su apoyo a actividades terroristas a través de plataformas de mensajería como WhatsApp y Telegram, así como en redes sociales como Facebook, tal como informó un comunicado emitido por la Fiscalía.
Según el fiscal Marcello Viola, los individuos en cuestión eran “extremadamente activos” en la difusión de propaganda de carácter extremista. Se ha confirmado que ambos sospechosos habían jurado lealtad a Estado Islámico y se habían puesto a su “disposición,” incluso llegando a financiar a la organización, según ha reportado la agencia AdnKronos.
Las autoridades han formulado cargos por su presunta pertenencia a una organización con objetivos terroristas y por incitación a actividades delictivas relacionadas con el terrorismo. Este suceso ha generado una seria preocupación en Italia y ha destacado la necesidad de una respuesta eficaz a la amenaza del extremismo yihadista en la era digital.
Inmigración desbordada en Italia
Los primeros ministros de Reino Unido e Italia, Rishi Sunak y Giorgia Meloni, lanzaron un llamamiento en una tribuna común en la prensa de sus países, para actuar urgentemente frente a la “crisis moral” encarnada por la inmigración ilegal en Europa.
“Trabajamos juntos para detener a los barcos (de inmigrantes) y pedimos al resto que actúe con el mismo sentimiento de urgencia”, afirman ambos dirigentes, en esta columna publicada en el diario británico The Times e italiano Corriere della Sera, con ocasión de la cumbre de los mandatarios europeos en Granada, en el sur de España.
El conservador Rishi Sunak y Giorgia Meloni, líder del partido de extrema derecha Fratelli d’Italia, han hecho de la lucha contra la inmigración ilegal una de las prioridades de sus gobiernos respectivos, que han endurecido su legislación para detener el flujo de inmigrantes ilegales en sus costas. Algunas de sus medidas son criticadas por organizaciones no gubernamentales y las Naciones Unidas.
“Se trata de una crisis moral”, insistieron, denunciando a los traficantes de personas, “un crimen humanitario”, y una “crisis europea”, ya que corresponde a los gobiernos europeos “decidir quién viene (al Viejo Continente), y no los traficantes”.
*Con información de AFP.