Mientras que el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) anunció este martes el envío a Ucrania de un equipo de 42 expertos para investigar las acusaciones de crímenes de guerra cometidos durante la invasión rusa, se siguen conociendo casos estremecedores, que involucran a la población civil, cometidos por militares rusos.
Se trata de Mykola Kulichenko, un hombre ucraniano que asegura haber sido torturado por soldados rusos, quienes le dispararon en la cara y luego enterraron vivo. Quienes no lograron sobrevivir fueron sus dos hermanos, sepultados en un terreno ocupado por las fuerzas rusas, tres semanas y media después de que comenzara la invasión.
De acuerdo con el hombre, todo ocurrió en su pueblo Dovzhyk, población hasta donde llegaron los militares rusos y los atacaron.
CNN relató que los militares llegaron hasta la casa de Mykola Kulichenko, donde este se encontraba junto con sus hermanos Yevhen y Dmytro, a quienes obligaron a arrodillarse en el patio delantero mientras registraban la vivienda en busca de algo que los relacionara con el convoy bombardeado.
El hombre le contó al medio citado anteriormente que después fueron llevados hasta un sótano donde fueron interrogados durante tres días.
“Me golpearon todo el cuerpo con una vara de metal y me metieron el cañón de un arma en la boca”, dijo Kulichenko a CNN.
El hombre ucraniano de 33 años contó que posteriormente los sacaron del sótano y al menos cinco soldados rusos los llevaron hasta un terreno desolado donde los mantuvieron mientras cavaban un pozo.
Ya en lugar, los militares empezaron a dispararles y cuando pensaban que todos estaban muertos, narró a CNN, patearon los cuerpos a la fosa, los taparon con tierra y se marcharon.
Mykola Kulichenko, quien recibió un disparo en su mejilla que salió junto a su oreja derecha, agradece el estar vivo, pero lamenta la muerte de sus hermanos.
“Me costaba respirar, ya que Dima (Dmytro) estaba acostado encima de mí, pero usando mis brazos y rodillas pude empujar a mi hermano mayor hacia un lado del pozo, y luego salí (...) Es como resucitar (...) Tuve suerte... y ahora tengo que seguir viviendo”, dijo a CNN.
“No tengo ganas de vivir”: duro relato de mujer ucraniana víctima de abuso
Con la voz quebrada por la emoción, Elena -su nombre ha sido modificado- intenta hablar a pesar de todo. Elegida por los soldados rusos por ser esposa de un militar ucraniano, fue violada durante horas por dos de ellos, según su relato a la AFP.
Este testimonio ejemplifica los temores de organizaciones de derechos humanos que muestran indicios del uso de la violación como “arma de guerra” en Ucrania.
Entrevistada en Zaporiyia, una ciudad a la que llegan a diario miles de desplazados forzados a abandonar sus casas por la ocupación rusa en el sur de Ucrania, esta mujer rubia espera un autobús para unirse a sus cuatro hijos en Vinnytsia, en el centro del país.
Desde el primer día de la invasión, el 24 de febrero, los envió allá, lejos de su casa de la región de Jersón (sur), en primera línea ante el avance de los rusos. Su marido, que combate desde hace dos años a los separatistas prorrusos en el Donbás, en el este de Ucrania, fue enviado al frente y Elena se quedó sola para trasladar sus pertenencias.
Pero a raíz de lo peligroso de ese trayecto y la presencia de militares rusos, no logró encontrar un vehículo para vaciar su casa y fue entonces que se produjo la tragedia, la tarde del 3 de abril, cuenta esta madre de familia. “Hacia las 3:00 p. m. fui a un almacén. Mientras hacía la fila, entraron militares rusos y empezaron a discutir con los clientes”, continúa.
“No entendía de qué hablaban, pero me di cuenta de que uno de los habitantes me señalaba con el dedo diciendo ‘es una banderovka’”, recuerda Elena. El hombre se refería a los nostálgicos del dirigente ultranacionalista ucraniano Stepan Bandera, que colaboró con la Alemania nazi contra la Unión Soviética.
“‘Es por gente como ella que estalló esta guerra. Es la mujer de un militar’”, agregó el hombre, según Elena.
A traición
“Vi que me observaban cuando salí rápidamente de la tienda. Apenas alcancé a llegar a casa cuando los dos soldados rusos entraron por la puerta detrás de mí. No tuve tiempo de tomar el teléfono para pedir ayuda ni de hacer nada”, dice.
“Sin una palabra me empujaron sobre la cama, me colocaron una ametralladora encima y me desvistieron”, relata la joven antes de estallar en lágrimas.
“Casi no hablaban, además de tratarme a veces de ‘banderovka’ o decirse entre ellos ‘es tu turno’. Luego, hacia las cuatro, partieron porque era su turno de montar guardia” en su campamento.
Elena dice que no habló con nadie aún, ni siquiera con un médico o un psicólogo, y menos aún con su marido. “Soy partera, me hice las primeras curaciones, yo misma”, explica. “Encontraré todo lo que necesito una vez que llegue a mi destino. Solo quiero reencontrarme con mis hijos”, agrega.
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*Con información de AFP.