El presidente Joe Biden pronunciará este martes, 1 de marzo, su primer discurso sobre el estado de la Unión con el foco puesto en la inflación, que tanto preocupa a los estadounidenses, y en la guerra en Ucrania, bajo la sombra de un enfrentamiento trepidante con Rusia.

El discurso anual ante la sesión plenaria del Congreso llega en un momento difícil para el demócrata, de 79 años. Tras catorce meses en el cargo, los índices de confianza entre la opinión pública se sitúan en torno al 40 % y se pronostica que los republicanos (muchos todavía bajo la influencia de su predecesor Donald Trump) tomen el control del Congreso en las elecciones de medio mandato de noviembre próximo.

Pese a una economía fuerte, la inflación bate récords nunca vistos en cuatro décadas, desmoralizando a la población. La guerra en Ucrania puede llegar a abrumar a la Casa Blanca, pero también puede permitir a Biden mejorar la forma en la que los estadounidenses lo ven.

Todo ha sucedido tan rápido en los últimos días que el equipo de prensa de Biden se ve en aprietos para transmitir a los periodistas el contenido de un discurso que, ya de por sí, en condiciones normales, se sopesa mil veces.

Lo que parece claro es que abordará su papel en unir a Occidente en apoyo a Ucrania frente a la Rusia de su homólogo, Vladimir Putin. Aunque algunos republicanos culpan a Biden de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, en general recibe elogios generalizados por la estrategia de advertir hace semanas de que el Kremlin preparaba una invasión inminente, incluso cuando algunos aliados europeos y los propios dirigentes ucranianos lo ponían en entredicho.

Ahora que la invasión ha comenzado es probable que Biden se presente en el estado de la Unión como un líder del mundo libre, que reclama el papel tradicional de Estados Unidos a la cabeza de la Otan.

Su portavoz, Jen Psaki, dijo a los periodistas que hablará sobre sus esfuerzos para “unir al mundo” y la importancia de Estados Unidos como líder “que defiende los valores”. Sin embargo, un regreso a las posiciones de la Guerra Fría conlleva riesgos, como la subida de los precios del combustible y el nerviosismo por las armas nucleares.

Biden sabe que los estadounidenses rara vez han mostrado demasiado interés en la política exterior. Después del final caótico de las dos décadas de guerra en Afganistán el año pasado, cuando Estados Unidos abandonó el país a los talibanes, todavía les importa menos.

Los logros

En un nuevo sondeo del Washington Post-ABC, solo 37 % de los encuestados aprueba la presidencia de Biden y 55 % la desaprueba. Una encuesta de NPR señala que más de la mitad del país considera que el primer año de Biden fue un fracaso.

En cuanto a la economía, que es el tema sobre el que se juegan las elecciones en Estados Unidos, la encuesta Post-ABC afirma que un 54 % de los estadounidenses piensa que las cosas empeoraron con Biden. Solo el 17 % ve una mejora.

La Casa Blanca insiste en que, en general, la economía sale con fuerza del estancamiento provocado por la pandemia de covid-19.

La creación de empleo y el PIB son fuertes, mientras que la inflación, argumenta Biden, será temporal y mejorará a medida que se resuelvan los problemas relacionados con la pandemia en la cadena de suministro global.

Su mensaje será que “cree en la resiliencia del pueblo estadounidense y su fortaleza”, según Psaki.

Biden llega con dos ases bajo la manga. El viernes pasado nominó a la jueza Ketanji Brown Jackson para ser la primera magistrada negra en la historia de la Corte Suprema.

Probablemente insista, asimismo, en que el país se encamina hacia un futuro pospandemia lleno de optimismo, dejando atrás la pesadilla del nuevo coronavirus.

Su discurso llega en un momento de fuerte caída de los contagios y solo unos días después de que los Centros para el Control de Enfermedades relajaran las recomendaciones del uso del tapabocas para la mayoría de los estadounidenses.

*Con información de AFP.