Esta semana, el mandatario peruano, Pedro Castillo, alcanzó su primer año como presidente de la nación inca. Cuando llegó al poder, en julio de 2021, el político de izquierda pretendía unir al país y sacar adelante las reformas que, según él, necesitaba la población. Sin embargo, el gran logro del Gobierno ha sido romper todos los récords de escándalos posibles.
Arrancó con el pie izquierdo, ya que el primer gabinete estuvo encabezado por Guido Bellido como primer ministro, pero el funcionario tuvo que presentar su renuncia un par de meses después por estar involucrado en un caso de apología al terrorismo por defender a miembros de la guerrilla de Sendero Luminoso.
Bellido fue reemplazado por Mirtha Vásquez, un nombramiento que fue aplaudido en su momento al ser alguien de posiciones más cercanas al centro político. Pero tampoco duró mucho y renunció, en medio de acusaciones contra el presidente de no dejar trabajar a sus funcionarios que tenían diferencias con él. Además, denunció que existía un ‘gabinete a la sombra’ que dirigía el país.
Luego, otra parte de su gabinete terminó presentando su dimisión luego de un nuevo escándalo en el que Castillo y sus funcionarios cercanos habrían ayudado a ascender a militares afines al Gobierno de manera irregular y sin respetar la meritocracia. El excomandante que denunció el caso fue obligado a renunciar por no realizar esos cambios en las Fuerzas Militares.
Solo un mes después, se conoció que Castillo y varios de sus funcionarios se reunían con empresarios del país de manera clandestina en una casa en Lima. El escándalo no hizo sino aumentar cuando se supo que entre los visitantes estaba Karelim López, quien ganó concesiones con el Gobierno para las empresas a las que se dedicaba a asesorar. Por esto, se acusó a Castillo de liderar una banda criminal junto a miembros de su familia.
Estas denuncias llevaron a que Castillo pasara por su primer intento de vacancia en el Congreso. Si bien se alcanzaron las mayorías para cesar al presidente, los votos totales no fueron suficientes para que el mandatario tuviera que dejar su cargo.
Dentro de todo ese escándalo, Castillo tuvo que reformar su gabinete un par de veces más, llegando al momento a cuatro gabinetes distintos en apenas un año, además de decenas de funcionarios que han salido por distintos escándalos, como violencia intrafamiliar, corrupción, incapacidad de ejercer el cargo, entre otros. En total, en menos de 12 meses, el mandatario de izquierda nombró a casi 60 ministros distintos.
Hoy día, Pedro Castillo lleva dos intentos de revocatoria fallidos, además de cinco investigaciones abiertas en la Fiscalía, donde él, su esposa y varios de sus funcionarios están siendo investigados por el entramado de corrupción que, supuestamente, se habría edificado en su Gobierno, bajo el liderazgo del mismo presidente.
Además, Castillo carga a sus espaldas el lastre de la impopularidad, otra constante a lo largo de su Gobierno. Su gestión es rechazada por el 74 por ciento de los peruanos, mientras apenas el 32 por ciento quiere que el presidente de izquierda termine su mandato. Cada vez es más probable un adelantamiento de elecciones, como se pide desde distintos sectores políticos, ante el fraude que ha resultado el presidente en casi todos los aspectos.
Sus mismas salidas en falso han impulsado el deterioro de su imagen y han derribado la fe que se tenía en él. Por ejemplo, hace unos meses dijo que creía en el derecho que tenía Bolivia de reclamar una salida al mar por territorio peruano, a lo que se tuvo que disculpar. También declaró que no estaba preparado para el cargo y que ha venido aprendiendo con el tiempo.
Pedro Castillo ha completado un año desastroso en Perú, lleno de escándalos, sin poder darle estabilidad a su gabinete y mostrando su incapacidad para ser el mandatario que necesitaba el país. Por ahora, es una incertidumbre total qué pasará de cara al futuro, la única certeza es que el país requiere un cambio de algún tipo.