En noviembre de este año se cumplen 60 años del asesinato del presidente John F. Kennedy y tanto Estados Unidos como el mundo siguen a la espera de la verdad acerca de unos de los casos más apasionantes de su género en la historia.
La versión oficial, tras varias investigaciones, ha determinado que Lee Harvey Oswald actuó solo, pero las teorías de conspiración nunca han dejado de resonar con el paso de los años.
De hecho, es uno de los temas de la historia reciente que más libros, artículos de revistas, documentales, cintas de cine y televisión o programas radiales ha suscitado.
Muchas de estas obras han explorado la posibilidad de la participación de otros francotiradores.
Ahora, una nueva luz se ve venir al respecto, si un caso que se ventila en una corte de Washington D.C. les da la razón a los demandantes.
Se trata de los hijos de Orville Nix, un trabajador de mantenimiento de Dallas que filmó el momento del asesinato de Kennedy en medio de una caravana con motivo de su visita a la ciudad, el 22 de noviembre de 1963.
Durante años, los Nix han tratado de recuperar la cinta original de manos del gobierno, pero las dilaciones, confusiones y otras trabas con que se han topado en el proceso les han hecho sospechar que hay una intención deliberada de que el filme no se haga público.
El valor de la película de Nix es que es la única de las filmaciones de ese momento que no ocultan un montículo de hierba o pequeña colina donde testigos dijeron haber visto a otros hombres escondidos que dispararon durante el ataque.
En 1978, un panel de expertos, escogido por el Comité de Asesinatos de la Cámara de Representantes, analizaron la película, recordó el New York Post.
Basados en parte en ese examen, los especialistas concluyeron que Kennedy “probablemente asesinado a consecuencia de una conspiración " y que “dos hombres armados” posiblemente le dispararon.
Sin embargo, el alcance de ese peritaje fue limitado por las condiciones de la tecnología de hace 45 años y a los expertos les quedó la duda de si Nix había captado a los otros dos supuestos asesinos.
Acto seguido, la película desapareció como por arte de magia. Solo quedaron copias de escasa calidad, una de las cuales se usó en la cinta JFK, de Oliver Stone.
Ahora, los avances de la tecnología podrían sacar a la luz por fin este detalle que sería definitivo en el descubrimiento de la verdad sobre el caso.
Pensando en eso, los herederos de Nik intentaron recuperar la cinta en 2015, a través de una demanda, pero fracasaron en el intento.
No se dieron por vencidos y ahora el caso se encuentra en una corte federal de la capital estadounidense.
El New York Post tuvo acceso al expediente, que relata el azaroso recorrido de la cinta.
En 1963, UPI, una de las grandes agencias de noticias del planeta le compró a Nix una licencia por el uso de la cinta durante 25 años, es decir, hasta 1988. Nix recibió por ello 5.000 dólares, unos 50.000 dólares de hoy o 222 millones de pesos.
Cuando Nix murió en 1972, sus hijos heredaron los derechos de la cinta, pero creen que no se les respetó esa condición, dado que el Comité de Asesinatos de la Cámara le decomisó la cinta a UPI en 1978.
Los Nix se quejan en su querella del descuido con que se ha tratado un material invaluable para historia de su país como es este filme. Las condiciones físicas no solo han sido las más adecuadas, sino que además han fallado las medidas de seguridad para mantenerla a salvo, explican.
Dicen además que el National Archives and Records Administration les mintió cuando ellos le preguntaron si la película estaba en sus archivos, dado que documentos hallados en su investigación revelan que fue puesta bajo su custodia tras el análisis de 1978.
Los herederos de Nix piden ahora que les devuelvan la cinta, además de casi 30 millones de dólares en daños y perjuicios.
Mientras el caso se resuelve, un experto le planteó al Post que el tiempo puede obrar en contra de este posible avance en el caso JFK.
De acuerdo con Kenneth Castleman, un exanalista de fotos de la Nasa, las cintas tienen un tiempo de vida y la de Nix en aquel trágico día de hace seis décadas puede estar por expirar.