Desde finales de 2019, el ser humano en casi todo el planeta ha tenido que acostumbrarse a vivir con dos cosas: un tapabocas y la probabilidad de contagiarse de covid-19.
Sin embargo, hay un tercer elemento o situación a los que las personas contagiadas deben adaptarse al menos por unos cuantos días: el aislamiento o cuarentena obligatoria. Al principio de la pandemia, los expertos recomendaban que las personas infectadas con el virus y que fueran asintomáticas o que no presentaran mayores problemas, cumplieran con un aislamiento de al menos 14 días. Esto permitiría no solo que el virus muriera, sino que además lo hiciera sin la posibilidad de contagiar a otras personas.
Para muchos, estas casi dos semanas de encierro pueden ser una completa agonía, teniendo en cuenta que además deben soportar los síntomas de la covid-19; sin embargo, muchos de los que se han quejado al tener que experimentar esta situación seguramente lo pensarán dos veces antes de lamentarse, en caso de volver a contagiarse, después de leer esta historia.
En Turquía un paciente de leucemia, identificado como Muzaffer Kayasan, lleva 14 meses en una cuarentena obligatoria, después de haber dado positivo en al menos 78 pruebas de covid-19, según informó el medio local A Haber.
De acuerdo con la publicación turca, la primera vez que el hombre se reportó como positivo para covid-19 fue en noviembre de 2020; desde entonces, cada vez que se le realiza una prueba el resultado ha sido el mismo. Por supuesto, esto ha hecho que su vida se desarrolle completamente en su casa, pues por orden médica no puede salir de su vivienda hasta que la prueba dé negativa.
“Doy positivo constantemente. (…) Cuando preguntamos a los científicos y a los médicos, nos dicen que mi sistema inmunitario está debilitado, porque tengo leucemia, y me mantienen vivo durante catorce meses con los medicamentos que me recetan. Es un proceso muy difícil”, explicó Kayasan, a quien le realizaron un trasplante de médula ósea en 2019.
Por supuesto, esta situación lo ha llevado a recluirse en su casa, lejos de todo contacto social, más allá de las visitas periódicas que realizan su esposa e hijo, a quienes les realizan la prueba cada vez que tienen contacto con él, dando en todas y cada una de ellas un resultado negativo.
De acuerdo con los expertos que tratan a Kayasan, el hombre, a pesar de no mostrar síntoma alguno relacionado con la covid, aún debe cargar con el lastre de las secuelas que persisten con fuerza en su cuerpo.
Sin embargo, como todo ser humano, el paciente dice añorar las visitas con sus demás familiares y amigos, especialmente con su nieto, a quien desde hace más de un año no puede palpar, pues la única forma de tener una comunicación con él es por medio de un cristal protector o por una videollamada.
“No puedo abrazar a mi familia (…) no puedo hablar con nadie. No queda nada de mi vida social, de mi vida familiar. El covid-19 ha acabado con mi modo de vida”, se lamentó Kayasan, asegurando que una de sus mayores tristezas es no poder inocularse con alguno de los biológicos existentes contra esta enfermedad ya que, como es conocimiento del público en general, está prohibido vacunar a un contagiado por seguridad con su vida.
Por esto, para el hombre es injusto e increíble que aún haya personas que digan “no” a inmunizarse, teniendo en cuenta que no solo protegen su vida, sino también la de los demás. “No tienes derecho a matar a otros. Esto es inmoral, deshonesto”, finalizó.