La hija de un ciudadano alemán de ascendencia iraní condenado a muerte por Teherán suplicó el martes a Estados Unidos y Alemania que actuaran con urgencia para salvarlo.
La hija de Jamshid Sharmahd expuso su caso en Washington, incluida la celebración de una comparecencia ante el Departamento de Estado, inmediatamente después del acuerdo alcanzado por el gobierno del presidente Joe Biden para liberar a cinco ciudadanos estadounidenses encarcelados en Irán.
Según su familia, Sharmahd, desarrollador de software que vivía en California, fue secuestrado en 2020 durante una visita a Emiratos Árabes Unidos y llevado a Irán.
Fue condenado a muerte por una explosión mortal en una mezquita en 2008 en la ciudad sureña de Shiraz, cargos que la familia describe como ridículos. El Tribunal Supremo de Irán confirmó la pena de muerte en abril.
Específicamente, fue declarado culpable de “corrupción en la tierra”, uno de los cargos más graves en Irán.
También se sabe que él contribuyó a la creación de un sitio web para un grupo de oposición iraní en exilio conocido con el nombre de Tondar y que es considerado como “terrorista” por ese país.
Sharmahd fue secuestrado en julio de 2020 por las fuerzas de seguridad iraníes en los Emiratos Árabes Unidos, antes de ser llevado a Irán, pasando por Omán.
Irán se refirió a una “operación compleja”, sin precisar nunca las circunstancias de su captura.
Amnistía Internacional denunció una “desaparición forzada” seguida de un “proceso injusto” y de actos de tortura.
“Lo que estoy pidiendo a Estados Unidos y Alemania es que liberen a mi padre, que lo traigan de vuelta, que le salven la vida”, dijo a la AFP su hija, Gazelle Sharmahd, que vive en California. “Esta es una situación de vida o muerte”, agregó en una mesa redonda.
Expresó su frustración por el hecho de que Berlín y Washington no vieran la “urgencia” de la situación y se estuvieran pasando la pelota en “un partido de ping-pong de responsabilidades”.
“Va y viene. No es mi ciudadano. Él no vive aquí. No es mi problema, no es mi problema. Y no estamos logrando comunicarnos con ellos”, dijo.
Alemania ha dicho que está participando en el caso al más alto nivel y a través de todos los canales, y un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores reconoció que la familia está “pasando por algo inimaginable e insoportable”.
Pero Gazelle Sharmahd insistió en que los esfuerzos alemanes se centraban únicamente en mejorar sus condiciones en prisión. “¿Qué? ¿necesita mejor pasta de dientes antes de que lo asesinen ahora mismo?”, cuestionó.
El Departamento de Estado de Estados Unidos calificó el trato dado por Irán a Sharmahd como “reprensible”, pero dijo que correspondía a Alemania discutir el caso de su propio ciudadano.
El secretario de Estado, Antony Blinken, dijo que todos los ciudadanos estadounidenses han sido liberados de prisión en virtud del acuerdo, que provocó críticas del rival Partido Republicano.
Según el acuerdo, los cinco ciudadanos estadounidenses, todos de origen iraní, fueron puestos en libertad bajo arresto domiciliario y se espera que se les permita salir después de que se descongelaran 6.000 millones de dólares en ingresos petroleros iraníes que se habían retenido en Corea del Sur para cumplir con las sanciones estadounidenses.
A comienzos de julio, Sharmahd fue autorizado a llamar a su mujer, también instalada en Estados Unidos, por primera vez en cinco meses.
También le fue permitido comunicarse con su hija, con quien no hablaba desde hacía dos años.
Gazelle Sharmahd afirmó que durante la conversación de una hora con su padre lo percibió “fatigado”, con la voz “quebrada” y angustiado.
“Las llamadas telefónicas son formidables, pero también causan preocupación”, añadió.
La hija señaló que los iraníes “tienen un objetivo”. “¿Es para hacernos callar que no lo ejecutan? ¿Es una despedida?”, se preguntó.
Aunque la mayoría de los presos extranjeros están detenidos en la prisión de Evin en Teherán, no se ha filtrado ninguna información sobre el establecimiento donde se encuentra recluido Sharmahd.
Los temores por su vida se incrementaron desde que Irán ejecutó a comienzos de año al disidente iraní-sueco Habib Shaab, también condenado por “corrupción en la tierra” y quien, según Amnistía, fue secuestrado en Turquía en octubre de 2020 para ser juzgado en Irán.
Otro ciudadano iraní-sueco, el universitario Ahmadreza Djalali, detenido en Irán en 2016 y condenado a la pena capital por acusaciones similares en 2017, puede ser ahorcado.
Con información de AFP.