Hace más de dos años que se inició la pandemia por la covid-19 y los países del mundo decidieron cerrar sus fronteras para permanecer confinados hasta que fuera más seguro salir a las calles. El régimen totalitario de Kim Jong-un, en Corea del Norte, llevó esta estrategia al extremo y ahora sus ciudadanos pagan las consecuencias.

La nación asiática lleva cerca de dos años aislada del mundo más de lo usual con el fin de evitar un brote de coronavirus que pusiera a sus ciudadanos en peligro. Al estar tan apartada del exterior nunca se contagiaron, y, por eso, el dictador del país decidió no vacunar a su población.

Sin embargo, las políticas que impulsó el régimen fracasaron a largo plazo. Mientras que el planeta está saliendo de las medidas de bioseguridad extremas, Corea del Norte tuvo que recurrir a ellas tras un brote de covid, que actualmente acumula más de 3 millones de contagios y 56 muertos reconocidos, pero se sospecha que son muchos más.

Las normas impuestas por Pionyang fueron cuarentenas masivas a lo largo del país, además de desplegar al ejército para hacer frente a la crisis más grande que ha tenido la nación en su existencia. Asimismo, determinó rechazar donaciones de vacunas de parte de China y del mecanismo Covax, de la ONU.

Una empleada de la Oficina de Gestión de Medicamentos del Distrito de Daesong en Pyongyang proporciona medicamentos a un residente el lunes 16 de mayo de 2022, mientras el régimen aumenta las medidas para detener la propagación de enfermedades en Pyongyang, Corea del Norte. | Foto: AP

En su momento, el Gobierno, por medio de los medios estatales, criticó las distintas vacunas que se desarrollaron, calificándolas de ineficaces y peligrosas para la salud. Aún no se conoce la razón por la que Corea del Norte critica las inmunizaciones contra el coronavirus, aunque, al parecer, algunas de las condiciones de las farmacéuticas son inaceptables para el régimen.

Sin importar las razones de fondo, la covid encontró a una población totalmente vulnerable contra los contagios, sin contar las gigantescas aglomeraciones ocurridas el 15 y 25 de abril en la capital para celebrar los días patrios. Por ende, se cree que dichas reuniones podrían ser la razón de fondo de un brote descontrolado del virus, que circula con libertad por el país.

Ahora, Corea del Norte vive una crisis sin precedentes, agudizada por la falta de suministros médicos y de medicamentos, que ha hecho que el régimen de Kim Jong-un trate a los infectados de ‘fiebre’, como llama a la covid, con té de jengibre o madreselva, bebidas de hojas de sauce y gárgaras con agua salada.

Un miembro del Centro de Sanidad y antiepidémico del distrito de Phyongchon, desinfecta un edificio el 5 de febrero de 2021, en Pyongyang, Corea del Norte. Foto: AP/Jon Chol Jin, Archivo. | Foto: Foto: AP/Jon Chol Jin, Archivo.

El sistema de salud en ese país es precario, y lejos de la capital de la nación, aún peor. En los sitios rurales, el servicio de sanidad es muy deficiente y de baja calidad, y, por eso mismo, se opta por remedios caseros bastante discutibles. Organismos internacionales, como la ONU y la OMS, le solicitaron a Corea del Norte que acepte las distintas ayudas ofrecidas para evitar más muertes.

Por ahora, el balón está en el terreno del régimen norcoreano, que, lejos de reconocer que puede retractarse y empezar a vacunar a su población, sigue con su estrategia rudimentaria de remedios naturales, a pesar de que los casos piden una acción mucho más efectiva.

Mientras la tensión sube y la incertidumbre se toma al país, el Gobierno de Kim Jong-un, con cinismo, califica como exitosa su gestión frente al virus al registrar un pequeño bajón en los contagios, que no puede ser verificado por la comunidad internacional.