En una transmisión dada desde Downing Street, la líder conservadora anunció que renuncia al cargo de primer ministra tras reconocer que “no puede cumplir el mandato para el que la eligieron”, después de la crisis vivida. Con su dimisión, Liz Truss se convierte oficialmente en la persona que menos tiempo ha durado como en el cargo de primer ministro del Reino Unido.
La ahora exmandataria, comunicó que ante todas las presiones y errores cometidos en su corta estancia al poder, le decidió presentar al rey Carlos III su renuncia al cargo. También, dijo que permanecerá como primer ministra una semana más, tiempo que el partido conservador usará para elegir un sustituto.
Según su breve declaración de renuncia de duró menos de un minuto, siempre buscó lo mejor para las finanzas británicas con una reforma con “impuestos bajos y una economía en crecimiento”, pero que dadas las circunstancias, su salida podría ayudar para que haya un “plan para darle estabilidad económica al país”.
El mandato de Liz Truss había comenzado tras la renuncia de Boris Johnson después de un periodo lleno de escándalos por su involucramiento en una serie de fiestas durante la pandemia en la sede del gobierno y también, supuestamente haber ignorado varios escándalos sexuales de uno de sus miembros del gabinete.
Por otra parte, la líder conservadora a los pocos días de su llegada al poder, tuvo que atravesar el fallecimiento de la reina Isabel II, pero la gran polémica y el clavo que determinó su salida del poder fue su fallida reforma financiera, que fue rechazada por la ciudadanía, por los mercados y por el parlamento.
Dicha reforma contemplaba una reducción drástica de impuestos y una serie de ayudas para pagar las facturas energéticas, pero sin una manera real de financiar esos gastos, por lo cual todo tendría que ser cubierto por la deuda pública del Reino Unido, que ya de por sí, tenía números demasiado altos para que se considerara una buena idea.
En menos de dos meses, Truss había logrado el nefasto legado de tener en contra a la mayoría de sus diputados, a los mercados naciones e internacionales, al Banco de Inglaterra y a las principales instituciones económicas de la nación y prácticamente a toda la opinión pública del Reino Unido.
Prueba de la dura crisis que vivía la funcionaria es que según un sondeo de YouGov, apenas el 10 % de los británicos aprobaba su gestión, pero en el caso de los conservadores del país tampoco era mejor el panorama, ya que tan solo el 20% de ellos mantenía una imagen positiva del gobierno de más corta duración en la historia del país.
Durante semanas Truss intentó convencer a todo el país de la necesidad de la reforma y de su urgencia, pero mientras tanto, la economía británica se fue a pique y la libra fue perdiendo constantemente su valor. Esta semana, intentando salvar su puesto, sacó a su ministro de Finanzas y pidió disculpas públicas por haber presentado dichas propuestas.
Pero el desarrollo de la semana no fue mejor, ya que también tuvo que pasar por la renuncia de su ministra del Interior en lo que se especula que era una relación muy tensa entre ambas partes, y que después de un reunión con su funcionaria, tuvo que pedirle la dimisión del cargo. Además, en su audiencia de los miércoles, aseguró que no renunciaría a pesar de las duras críticas de sus opositores.
Ya con el ambiente lleno de presiones y prácticamente sin ningún respaldo, Liz Truss se vio forzada a renunciar a su cargo después de un mes y medio al frente de la nación. Ahora, ya se escuchan nombres para su reemplazo como el actual ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, la también ministra Penny Mordaunt, o incluso, una vuelta sin precedentes del exprimer ministro, Boris Johnson.