Olena, una ciudadana que vive en la apacible población de Bucha, explicó cómo fuerzas rusas “crueles”, diferentes a las tropas regulares, sembraron el terror en la localidad. Situada 30 km al noroeste del centro de Kiev, la localidad estuvo ocupada por el ejército invasor desde el 27 de febrero y quedó inaccesible durante más de un mes.
Los bombardeos pararon el 31 de marzo y las fuerzas ucranianas no pudieron acceder por completo hasta hace unos días. Durante todo el mes de ocupación por parte de las fuerzas de Rusia, Olena, que no quiere dar su apellido, se refugió con sus hijos de 7 y 9 años en los sótanos sin electricidad de un edificio de cuatro plantas de viviendas sociales, en compañía de otros habitantes que se quedaron allí.
“No había ejército ucraniano en el pueblo, solo la defensa territorial, compuesta principalmente de guardias de empresas locales, sin armas. Y después huyeron” cuando llegaron los rusos, explica esta mujer de 43 años, habladora y con una voz potente.
“Al principio había sobre todo jóvenes soldados rusos. Después, dos semanas más tarde, hubo otros. Más mayores, tenían más de 40 años. Eran crueles. Maltrataron a todo el mundo. Y es entonces cuando empezaron las masacres”, añade antes de interrumpir su discurso, pensativa y con el rostro sombrío.
Rusia negó “categóricamente” todas las acusaciones vinculadas al descubrimiento de numerosos cadáveres de civiles en este municipio. Según Olena, los hombres más curtidos “estaban muy bien equipados, llevaban uniformes de colores negro y verde oscuro”, distintos a los del ejército regular.
“Había buenos chicos entre los soldados rusos y había hombres muy rudos, sobre todo oficiales del FSB”, los servicios de seguridad rusos, afirma Olena, con un gorro rojo, una chaqueta de forro polar y pantalones y calzado deportivos.
“Me acerqué a los soldados para preguntarles con qué debía alimentar a mi niños. Y ellos nos dieron raciones y comida. Fueron ellos quienes nos dijeron que era el FSB quien nos prohibía desplazarnos, que eran fuerzas especiales muy violentas. Eran rusos quienes decían esto de los rusos”.
“Yo misma vi cómo disparaban a la gente. Justo delante de mis ojos, dispararon a un hombre que iba a buscar comida al supermercado”, afirma. Solo las mujeres podían ir a buscar agua o comida. Los hombres tenían prohibido salir a la calle y tenían que quedarse en casa.
“Nuestros vecinos salieron para ir a tirar la basura. Era alrededor las 5 de la tarde, eran dos hombres y una mujer. Uno de los hombres había servido en el ejército. No volvieron. Fueron encontrados por unas mujeres de nuestro edificio al ir a buscar leña en el patio de una casa. Los cadáveres estaban tendidos sobre la sangre en el suelo, con marcas de balas”, explica.
“Cuando los agentes del FSB llegaron, nos preguntaron: ‘¿Por qué se han marchado?’ Yo les dije que vivo aquí hace 43 años, con una vida tranquila. ¿Ir adónde? Entonces, nos empezaron a tratar de traidores porque no nos habíamos marchado”.
La difusión en la prensa internacional de imágenes de esta ciudad en las que se ven cadáveres en la calle, algunos de ellos maniatados o parcialmente quemados, o fosas comunes, han provocado una ola de condenas. Las autoridades ucranianas acusan a los soldados rusos de haber masacrado a civiles. Moscú niega los hechos y acusa a Kiev de haber hecho “montajes”.
Con información de AFP
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