Después de recibir amenazas de muerte por oponerse abiertamente al Gobierno socialista de Venezuela, Víctor Macedo y su esposa, Ana Merino, huyeron primero de su país y luego de España. Hace dos años llegaron con sus dos hijos a Estados Unidos, en busca de tranquilidad y una mejor calidad de vida.
Desde entonces han vivido en el sur de la Florida con la ayuda de familiares y amigos, pero sus vidas y las de cientos de miles de venezolanos que están en Estados Unidos podrían cambiar completamente ahora que el Gobierno del presidente, Joe Biden, les está ofreciendo un estatus legal temporal que también les allana el camino para obtener un permiso de trabajo.
“Tenemos 18 meses de tranquilidad, sin el miedo a ser deportados. Ese es el mayor beneficio, y el mayor miedo”, afirma Macedo, de 38 años, quien sueña con ser dueño de una panadería como la de su padre en su natal Venezuela. “Ya podemos empezar a obtener ingresos como Dios manda, ya no dependemos de los familiares que tenemos acá”.
Para poder solicitar el estatus de protección temporal, más conocido como TPS por su nombre en inglés, los venezolanos deben cumplir una serie de requisitos, entre ellos haber estado en Estados Unidos desde antes del 31 de julio.
Días después del anuncio del TPS, el Gobierno dijo que estaba también reanudando los vuelos directos de deportaciones a Venezuela de aquellos que no estén autorizados a permanecer en este país.
Los abogados de inmigración están instando a los venezolanos que cumplen con los requisitos a que se soliciten al TPS.
“Puede proporcionar algún tipo de seguridad y cierta estabilidad a las personas mientras están aquí en los Estados Unidos”, señala Ilissa Mira, abogada de inmigración de Catholic Legal Immigration Network.
Un proceso largo y sin garantía de tener el TPS
Al igual que muchos de los venezolanos que viven en Estados Unidos, Macedo y su esposa solicitaron asilo, pero el proceso es largo y no existe ninguna garantía de que se lo concedan. Entre octubre de 2022 y agosto de 2023, los jueces de inmigración completaron poco más de 3.800 casos de asilos de venezolanos y casi un tercio de ellos fueron rechazados, de acuerdo con Transactional Records Access Clearinghouse, una base de datos de Syracuse University.
Macedo y su esposa saben que el proceso de asilo es largo y ruegan que su pedido de TPS sea aprobado.
El proceso del TPS no solo es más simple y más rápido para conseguir autorización de empleo; también frena las deportaciones mientras está vigente. Una solicitud de asilo las suspende hasta que el caso está resuelto y si el resultado no es favorable, la persona es repatriada a su país. Aquellos que buscan asilo pueden requerir un permiso de trabajo 150 días después de haber presentado la solicitud de asilo.
“Llevaremos los dos casos,” indica Macedo refiriéndose al proceso de asilo y al TPS. “Van de la mano. Tenemos otra oportunidad extra con el tema del TPS para una residencia y estatus legal acá en Estados Unidos.”
Al menos 7,3 millones de venezolanos han salido de su país en la última década, en medio de una crisis política, económica y humanitaria. La mayoría se ha asentado en otras naciones latinoamericanas, pero varios cientos de miles han llegado a Estados Unidos. Muchos de ellos comenzaron a llegar en los últimos tres años, luego de atravesar la peligrosa selva del Darién, que separa a Panamá de Colombia.
El reciente anuncio de TPS del departamento de Seguridad Nacional alcanza a unos 472.000 venezolanos, que se suman a otros más de 242.000 que ya estaban protegidos con un estatus temporal similar anunciado en 2021 y 2022.
En los últimos 11 meses, los agentes de la patrulla fronteriza han tenido más de 199.500 encuentros con venezolanos en el límite con México, comparados con los 2.700 registrados en todo 2020.
El TPS “es una garantía de que tienes un estatus y no te van a deportar”
La venezolana Deisy Mori y su familia cruzaron la frontera de manera ilegal, se entregaron a las autoridades estadounidenses y solicitaron asilo.
Mori dice que salieron de Venezuela hace cinco años, después que paramilitares armados ingresaron por la fuerza a su casa y los amenazaron de muerte por haber participado en manifestaciones callejeras en demanda de libertad de expresión y elecciones libres. Agrega que estuvo presa varios días, y que su esposo fue hospitalizado por las heridas que sufrió.
Con su hija de siete años, llegaron primero a Ecuador, pero tampoco allí se sintieron seguros. Cruzaron seis países caminando, en caballo, autobuses y botes, hasta que arribaron a Estados Unidos en agosto de 2021.
“Valió la pena ese, ese sufrimiento, ese temor, ese terror, esa agonía,” manifesta la mujer de 41 años, que trabajaba de asistente administrativa en una empresa multinacional de Venezuela. El TPS “es una garantía de que tienes un estatus y no te van a deportar”, dice.
Pero no todos los que buscan acogerse al TPS han llegado a Estados Unidos sin autorización.
“Volver a Venezuela no es una opción”
Caren Añez, por ejemplo, arribó con una visa de turista en junio. Como periodista independiente trabajaba en un portal digital de noticias venezolano y sentía temor de ser arrestada por el solo hecho de ser reportera y cubrir las noticias de Maracaibo. Entonces decidió explorar oportunidades en Estados Unidos.
Viajó con su hijo de 10 años para alojarse en la casa de una tía en Orlando, en el centro de la Florida. En Venezuela dejó a sus mellizas de 13 años, mientras intentaba encontrar un patrocinador y así poder solicitar un permiso legal de viaje conocido como parole humanitario, otra de las vías legales que ha ofrecido el gobierno de Biden.
Al llegar, sin embargo, sus familiares le dijeron que ya habían patrocinado a otros venezolanos. Desechada esa posibilidad, contemplaba entonces pedir asilo.
“Volver a Venezuela no es una opción”, asegura Añez, de 40 años. “Nunca imaginé que tendría tanta suerte para cumplir con los requerimientos” del TPS.