América Latina fue noticia durante la conferencia sobre seguridad internacional que se celebró esta semana en Moscú. El primer orador fue el presidente Vladímir Putin; sin embargo, fue el ministro de Defensa ruso quien emitió el importante anuncio: Rusia estaría dispuesta a ayudar militarmente a Cuba, Venezuela y Nicaragua si se sienten amenazadas.
El ministro de Defensa ruso, el general del Ejército Serguéi Shoigú, dijo que esos tres países necesitaban más ayuda que nunca ante supuestas amenazas que podrían incluir el uso de fuerza en la región. Si bien no mencionó a Estados Unidos en su intervención, evidentemente se refería a tres naciones que en días recientes han tenido tensión diplomática con Washington y que, como Rusia, están sujetas a sus sanciones económicas.
“Históricamente, hemos establecido relaciones de asociación con Cuba, Nicaragua, Venezuela y otros países. Ellos han estado resistiendo diversas formas de presión, hasta la amenaza del uso abierto de la fuerza militar durante muchos años. El apoyo de Rusia es requerido ahora más que nunca”, concluyó el militar. En el marco de esa misma conferencia, hubo un encuentro entre los cancilleres y los viceministros de Defensa de Rusia y Venezuela.
En la reunión de los militares, el funcionario ruso, Alexánder Fomin, le dijo a su par latino, Alexánder Bastidas, que su Ejército consideraba inadmisible que otras naciones intervinieran en su política doméstica, en una aparente referencia a las elecciones presidenciales de 2019. Tras dichos comicios, declarados fraudulentos por la oposición, 20 países (incluido Rusia) reconocieron a Nicolás Maduro como legítimo presidente de Venezuela, mientras que para 50 países (entre ellos Colombia) el mandatario era Juan Guaidó.
El militar ruso aclaró que ya existe intercambio de tecnología y el entrenamiento de uniformados, aunque cree que es una relación que se puede intensificar, en especial ante las sanciones impuestas por Washington, que Venezuela señala como el principal motivo de su crisis económica. “Apoyamos los esfuerzos del Gobierno de Venezuela por seguir una política independiente, y consideramos inadmisible que otros países interfieran en la política interna”, dijo el subjefe de la institución militar rusa.
Estados Unidos monitorea de cerca la presencia militar rusa en Venezuela y está al tanto de acuerdos bilaterales para incrementar la cooperación en materia alimentaria, financiera, energética y minera, entre otras. No obstante, es el apoyo militar el que más le preocupa por la cercanía de Venezuela con su país y con Colombia.
En diálogo con SEMANA, el almirante venezolano en el exilio Carlos Molina Tamayo sostuvo que lo que busca Moscú es poder. “La presencia rusa en esos tres países, que son sus aliados, se debe al deseo de Putin de recobrar su relevancia geopolítica tras la caída de Berlín y de la Unión Soviética”. Según el almirante, no le sorprendería que la influencia rusa trate de extenderse a otras naciones democráticas en América Latina, como Bolivia o Perú: “En cuanto a Maduro, lo que le interesa es sentirse protegido por el Gobierno de Moscú y poder decir que tiene un país aliado en caso de una invasión”.
Las diferencias de Estados Unidos y Rusia sobre la situación en Nicaragua también fueron evidentes. El miércoles reapareció el presidente Daniel Ortega, tras más de un mes de silencio, para defender la detención de 20 opositores, cinco de ellos candidatos presidenciales, a quienes la comunidad internacional considera presos políticos y parte de una estrategia sucia del mandatario para ganar las elecciones en noviembre.
“Todo lo que estamos haciendo es conforme a la ley, con los códigos establecidos para investigar, procesar y enjuiciar a los que han cometido delitos contra la patria y lavado de dinero, como se hace con los narcotraficantes”, dijo Ortega. Mientras tanto, en Washington, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado aprobó una ley que llamó RENACER, por sus siglas en inglés (Ley para Reforzar el Cumplimiento de Condiciones para la Reforma Electoral en Nicaragua).
La medida pretende coordinar las sanciones de Canadá, la Unión Europea y Washington contra Managua, pero no contaban con que se fortaleciera el vínculo entre Ortega y un viejo aliado de los sandinistas: Rusia. “Nicaragua y otros países llevan años bajo la amenaza de intervención militar extranjera –dijo Shoigú– y por eso deben fortalecer su ejército, y Rusia puede ayudar”. En cuanto a Cuba, también ellos tuvieron una semana de noticias que se pueden interpretar como buenas para el deseo de Rusia de incrementar su presencia en la isla comunista.
La Asamblea General de la ONU condenó por vigesimonovena vez el embargo estadounidense a Cuba impuesto hace casi 60 años. La votación tuvo 184 sufragios en contra y solo dos a favor: Estados Unidos e Israel. Colombia, aliada de ambos, se abstuvo de votar. Rusia mantiene fuertes vínculos con Cuba desde la era soviética, y su canciller, Serguéi Lavrov, se apresuró a decir que “la administración de Joe Biden votó en contra de la resolución, lo que lo inscribe en la línea destructiva, injusta e ilegítima que Estados Unidos aplica a Cuba”.
Los comentarios los pronunció al lado de Jorge Arreaza, el canciller venezolano, de visita en Rusia, y ambos acordaron que el embargo a Cuba era evidencia de la incapacidad de Estados Unidos de entender el valor de cooperar con los países en América Latina desde un punto de respeto mutuo e igualdad. La presencia militar rusa de este lado del mundo recuerda la crisis de los misiles en Cuba.
Una de las peores dificultades diplomáticas de la Guerra Fría que tuvo al mundo al borde de un conflicto nuclear al enterarse Estados Unidos de la presencia de misiles nucleares en territorio cubano, a solo 90 millas de Florida. En ese entonces, los protagonistas eran el presidente estadounidense, John F. Kennedy, el cubano Fidel Castro y el líder soviético Nikita Jruschov, y, aunque fueron horas críticas, se llegó a un acuerdo diplomático para finalizar la crisis.
Hoy el mundo espera que no se eleve la tensión entre Washington y Moscú al extremo de trasladar los rusos armamento nuclear a sus países aliados en Latinoamérica, pues los protagonistas, esta vez, son tres dictadores –Maduro, Ortega y Putin–, a quienes un conflicto bélico, o su sola amenaza, los puede ayudar a aferrarse aún más al poder.