Unos 47 presos hacinados en un calabozo de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) de Venezuela secuestraron e hirieron “gravemente” a tres policías durante un motín este domingo, informó una ONG que defiende los derechos de los privados de libertad.

“El motín lo encabezan 47 reos en una de las cinco celdas de esta sede policial donde deberían haber 10 personas como máximo”, dijo a la AFP Carolina Girón, directora del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), crítico del Gobierno.

Los detenidos en esta comisaría de la PNB, ubicada en Los Guayos, estado de Carabobo, (a unos 160 km de Caracas), denuncian violaciones de derechos humanos y retardos procesales, según Girón.

El motín se originó tras la muerte de un recluso el sábado, “quien presuntamente falleció por falta de atención médica”, detalló más tarde la ONG.

En videos difundidos en redes sociales se observa a uno de los policías presionado contra las rejas del calabozo por varios de los presos. Uno de los agentes, presuntamente, sufrió heridas en una oreja.

Los reclusos “liberaron a los tres policías secuestrados”, quienes fueron trasladados a un hospital, indicó la ONG.

Uno de los agentes “fue diagnosticado con politraumatismo y fractura craneal, y los tres se encuentran en delicado estado de salud”, señaló el observatorio.

El OVP estima que las cárceles venezolana están a 148 % de capacidad.

“Venezuela tiene capacidad para 20.000 presos y en las cárceles hay 32.000, mientras que en los calabozos policiales hay unos 35.000 detenidos”, señaló Girón. En los calabozos de Los Guayos, añadió, “hay 251 presos y la estructura tiene cinco calabozos, eso debe ser como máximo para 40 personas y hay 251, muchos duermen parados”.

En horas de la noche de este domingo, unos 70 presos fueron trasladados a la cárcel de Tocuyito, también en Carabobo, como parte del acuerdo para liberar a los agentes secuestrados, añadió la ONG.

Esos centros de arresto preventivo no fueron diseñados para albergar reos por más de 72 horas.

“Y allí hay gente que está cumpliendo hasta penas”, alertó la experta. “Si los familiares no le llevan la comida, esa gente no come, también dependen de los medicamentos que le puedan proporcionar. No hay agua, no recogen la basura...”

El Gobierno ha prometido en repetidas oportunidades una “humanización” de las cárceles, que hasta ahora no se concretó.

El 1 de mayo de 2020, en plena pandemia de covid-19, murieron unos 47 reos tras un motín en una cárcel de Portuguesa (oeste). Un año antes, en ese mismo estado, fallecieron otros 29 reclusos en un tumulto en una comisaría.

El 31 de diciembre de 2019, otro evento dejó 10 fallecieron en Cabimas (Zulia, noroeste).

Las autoridades venezolanas no se han pronunciado sobre el hecho.

“En Venezuela es más grave ser gay que corrupto”, la denuncia de un militar homosexual en ese país.

El capitán José desertó acorralado por años de presiones. Al teniente Rafael le abrieron un juicio y lo expulsaron. Ambos tenían expedientes limpios en la Fuerza Armada de Venezuela, pero ser homosexuales les valió persecución, discriminación y humillaciones.

Según denuncias de militares, ser homosexual entre las filas del Ejército en Venezuela trae graves consecuencias | Foto: Libre de derechos

“Actos contra natura” pueden acarrear tres años de cárcel y una salida deshonrosa, según el Código Orgánico de Justicia Militar vigente, lo que obliga a militares homosexuales a ocultarse.

Tras varias reformas, la más reciente en septiembre de 2021, el código mantiene inamovible este artículo, pese a pedidos de derogación hechos por activistas ante el Parlamento, de mayoría oficialista. “Es más grave ser gay que ser corrupto”, lamenta José, como pidió ser llamado este capitán de la Guardia Nacional, de 36 años.

“Hay militares corruptos, ladrones, narcotraficantes, con procedimientos, que los sancionan y siguen trabajando luego como si nada”, dice José, quien guarda en su celular una fotografía donde se observa una zona pelada en su cabeza. “Era tal la presión que se me caía el cabello”. La Fuerza Armada ha sido acusada de violaciones sistemáticas de derechos humanos en el control de protestas, lo que niega su cúpula.

La “primera pregunta que te hacen en la entrevista de ingreso es: ¿cuál es su inclinación sexual: homosexual, bisexual o heterosexual? Si no respondes que eres heterosexual estás descartado, allí empieza el primer filtro”, apunta Rafael, el teniente del Ejército expulsado, de 37 años.

La pesadilla de José comenzó en 2017, cuando se investigó a “un grupo grande de militares” para determinar quién era gay. Ni era casado, ni tenía hijos, requisitos obligatorios para ascender a grados superiores. Si bien muchos se casan por salvar su carrera, José se negó y mantenía en secreto una relación con un hombre.

*Con información de AFP.