Una nave Soyuz con dos cosmonautas rusos y un astronauta estadounidense aterrizó el miércoles 30 de marzo en Kazajistán, de regreso a la Tierra desde la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés; EEI, en español), en un raro ejemplo de cooperación entre Washington y Moscú en medio de las tensiones por Ucrania.
La cápsula, en la que viajaban los rusos Anton Shkaplérov y Piotr Dubrov, y el estadounidense Mark Vande Hei, aterrizó en el sureste de Kazajistán a las 11H28 GMT, como estaba previsto, según las imágenes difundidas por la agencia espacial rusa Roscosmos.
Mark Vande Hei ostenta el récord de más días consecutivos en el espacio de un astronauta estadounidense, con 355.
Este viaje ocurrió en medio de fuertes tensiones por Ucrania entre Rusia y los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, que han puesto en entredicho varios proyectos en el ámbito de la cooperación espacial.
A inicios de marzo, Roscosmos publicó un video en el que bromeaba con la posibilidad de que el estadounidense se quedara en la EEI en lugar de regresar a la Tierra a bordo de un cohete Soyuz.
Ante la preocupación de los estadounidenses, la agencia rusa tuvo que asegurarles que el astronauta sí estaría en el viaje.
En este contexto de tensiones, el jefe de Roscosmos, Dmitri Rogozin, que multiplica las declaraciones nacionalistas en las redes sociales, afirmó a mediados de marzo que el funcionamiento de las naves espaciales rusas que abastecen la EEI se verá perturbado por las sanciones occidentales contra Rusia por la operación en Ucrania.
Según él, esto podría provocar el “amerizaje o el aterrizaje de la ISS, que pesa 500 toneladas”.
La cooperación espacial entre Rusia y los países occidentales era una de las pocas áreas que no había sufrido demasiado las sanciones decretadas contra Moscú tras la anexión en 2014 de la península ucraniana de Crimea.
Pero, en las últimas semanas, varios proyectos de cooperación se han visto afectados por la crisis de Ucrania.
La Agencia Espacial Europea (ESA) anunció a mediados de marzo la suspensión de la misión ruso-europea Exo-Mars y la búsqueda de alternativas para llevar a cabo otras cuatro misiones.
Telescopio Hubble detecta la estrella más lejana observada
El Telescopio Espacial Hubble detectó la estrella más distante jamás observada, bautizada Earendel, cuya luz viajó durante 12.900 millones de años para llegar hasta nosotros.
Los científicos estiman que su masa es al menos 50 veces la de nuestro Sol y millones de veces más brillante que él.
La estrella que detentaba el récord anterior también había sido observada por Hubble, en 2018, pero existía en un universo que tenía entonces una antigüedad de 4.000 millones de años, contra 900 millones de Earendel.
El descubrimiento fue publicado el miércoles en la prestigiosa revista científica Nature.
“Al principio, casi no lo creíamos”, dijo el autor principal del estudio, Brian Welch, de la Universidad Johns Hopkins, de Baltimore, Estados Unidos, en un comunicado.
Fue Welch quien tuvo el privilegio de nombrar esta estrella: Earendel significa “estrella de la mañana” en inglés antiguo.
La estrella “existía hace tanto tiempo que podría no haber estado compuesta por las mismas materias primas que las estrellas que nos rodean hoy”, explicó el investigador.
“Estudiar Earendel proporcionará una ventana a un período del Universo con el que no estamos familiarizados, pero que condujo a todo lo que conocemos hoy”, agregó.
Esta estrella será un objeto principal de estudio para el nuevo telescopio espacial James Webb, que actualmente se está calibrando en el espacio. James Webb la observará este año, dijo en un comunicado la ESA, que opera el telescopio con la Nasa.
A diferencia del Hubble, que tiene una pequeña capacidad de infrarrojos, James Webb solo operará en estas longitudes de onda, lo que permitirá retroceder aún más en el tiempo.
Hasta ahora a esa distancia solo se podía observar grupos de estrellas, pero no era posible distinguir una estrella en particular.
Earendel contó con una ayuda cósmica: un fenómeno llamado lente gravitacional. Un cúmulo de galaxias, ubicado entre nosotros y la estrella, actúa como una lupa que amplifica la luz del objeto.
La ESA compara este efecto con las ondas en la superficie del agua, que cuando hace buen tiempo pueden crear haces de luz amplificados en el suelo de una piscina. Este extraño alineamiento debería durar años, según los astrónomos.
Con información de AFP