Rusia conmemoró este domingo los veinte años de la toma de rehenes llevada a cabo por un comando islamista en una escuela de Beslán, en el Cáucaso ruso, que se saldó con 334 muertos, incluidos 186 niños, y traumatizó al país. El presidente ruso, Vladimir Putin, que ya estaba en el poder en el momento del ataque, visitó por primera vez la escuela el 20 de agosto y comparó la masacre con la actual ofensiva militar ucraniana en la región de Kursk.

Vladimir Putin, presidente de Rusia. | Foto: Copyright 2024 The Associated Press. All rights reserved

El 1 de septiembre de 2004, día del inicio del año escolar, un grupo armado compuesto por chechenos e ingusetios irrumpió en la escuela n.º 1 de Beslán, en la república rusa de Osetia del Norte, y secuestró a más de mil personas: padres, profesores y alumnos. Durante más de 50 horas fueron retenidos en condiciones atroces, sin agua, y varias personas fueron ejecutadas.

El 3 de septiembre, una doble explosión dentro del gimnasio de la escuela sembró el pánico y los niños intentaron huir bajo los disparos de los secuestradores. Estas explosiones, cuya causa no fue determinada completamente, llevaron a las fuerzas especiales rusas a lanzar un caótico asalto que terminó en un baño de sangre monstruoso: 334 muertos, incluidos 186 niños, y más de 750 heridos.

Durante las conmemoraciones del domingo, grupos de exalumnos de la escuela que sobrevivieron se reunieron en el patio con retratos de sus compañeros muertos y flores, vestidos con camisetas con la imagen de una víctima dibujada como un ángel. Luego, los supervivientes y las autoridades depositaron flores en el antiguo gimnasio carbonizado de la escuela, que se convirtió en un memorial.

El Comité de Madres de Beslán, que agrupa a mujeres que perdieron a sus hijos y que sostienen una cruzada para pedir una investigación independiente, organizaron una rueda de prensa. Las mujeres se reunieron con Putin cuando visitó la escuela y Susanna Dudiyeva relató que le plantearon sus preguntas sin respuesta “sobre la acción o inacción de los mandos policiales federales y regionales”, informó un canal local de Telegram.

Vladimir Putin, presidente de Rusia. | Foto: AFP

“Una herida incurable”

Este atentado, el más mortífero en la historia de Rusia, ocurrió durante la segunda guerra de Chechenia, que enfrentaba al ejército ruso contra una rebelión separatista que se estaba islamizando gradualmente. El conflicto fue finalmente ganado por Moscú, acusado de haber matado a decenas de miles de civiles. El ataque de Beslán marcó el punto culminante de las atrocidades cometidas en el marco de las dos guerras de Chechenia (1994-1996 y 1999-2009).

La mala gestión de esta crisis y la casi total ausencia de negociaciones provocaron protestas, encabezadas por el Comité de Madres de Beslán, que logró en 2005 la dimisión del entonces jefe de esa república, Alexander Dzasokhov. En 2017, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) consideró que las autoridades rusas habían tomado medidas de prevención “insuficientes” y reprochó un uso desproporcionado de la fuerza durante el asalto a la escuela.

El TEDH condenó a Moscú a pagar más de 3,32 millones de dólares a 409 demandantes, exrehenes heridos y familiares de las víctimas. Durante su reciente visita a la escuela de Beslán, Putin estableció un paralelismo entre este atentado y la inédita ofensiva ucraniana en la región de Kursk, llevada a cabo después de más de dos años de ataques a gran escala del Kremlin en Ucrania.

“Así como combatimos a los terroristas, hoy debemos combatir a quienes cometen crímenes en la región de Kursk, en el Donbás”. Además, el mandatario afirmó que esta tragedia permanecerá “como una herida incurable en la memoria histórica de Rusia”. Después de meses de retrocesos en el este de su territorio, Ucrania llevó el combate a Rusia al lanzar el 6 de agosto un asalto transfronterizo sin precedentes contra la región rusa de Kursk, donde ahora controla decenas de localidades.

A principios de este año, las autoridades rusas acusaron también a Kiev de haber desempeñado un papel en el ataque contra la sala de conciertos Crocus City Hall, el 22 de marzo, cerca de Moscú. El atentado, el más sangriento en Rusia desde el de Beslán, dejó 145 muertos y cientos de heridos.

Fue rápidamente reivindicado por la organización yihadista Estado Islámico (EI), pero las autoridades rusas continuaron culpando a Kiev y sus aliados occidentales, que rechazaron cualquier implicación.

*Con información de AFP.