Las mismas calles de Oslo que fueron escenario del inicio de los diálogos entre las FARC y el Gobierno colombiano, fue el lugar elegido por un programa de la televisión pública de Noruega, para una puesta en escena que no dejó muy bien parado al país. Cocaína, Pablo Escobar y la marihuana, fueron los ejes de la broma. Cualquier colombiano que haya cruzado el charco habrá experimentado el estigma del narcotráfico. Es como llevar una marca tatuada en la frente. Hasta en los países más lejanos, no falta quien haga un chiste sobre el que creen es el personaje más famoso: Escobar.Le puede interesar: El nombramiento de Carlos Calero “atenta contra los intereses del Estado”Pero todo depende de cómo se reciba. Hay quienes se indignan y hay otros que consideran que las alusiones sobre el negocio de las drogas no son gratuitas. En julio de este año se conoció que Colombia seguía siendo el mayor productor de coca del mundo. La ONU hizo un llamado sobre el preocupante aumento de cultivos ilícitos: el país pasó de 48 mil hectáreas a 96 mil en el último año.Pero tal vez lo que puede llegar a molestar es la generalización. Decir que todos los colombianos son narcotraficantes sería como asegurar sin pudor que todos los argentinos son vanidosos o que no hay un solo norteamericano que no sea consumidor.Consulte: La herencia desconocida del papá de Pablo EscobarLo que fue concebido como un chiste por parte de un humorista del canal NRK, de la televisión pública de Noruega, terminó por despertar la indignación del embajador de Colombia en Oslo, Álvaro Sandoval Bernal.Es la parodia de un reportero que sale a la calle con un micrófono con el distintivo de Colombia. Se trata de una puesta en escena al mejor estilo del svart humor, que se caracteriza por la burla a situaciones verdaderamente dramáticas: la violencia, la guerra, la muerte. El hombre comienza a gritar en plena calle -en un enrevesado español-: “¡Colombia, viva Colombia, las drogas narcóticas!”. Y hace el gesto de estar aspirando coca.Más adelante sigue: “Hola amigo, una pregunta para la televisión colombiana”. Al principio los transeúntes siguen su camino sin prestarle atención. El juego que plantea el humorista, haciéndose pasar por un periodista colombiano, es interpretar que al entrevistado le gusta la cocaína y la marihuana, tergiversando las respuestas.Puede leer: “No es cocaína”: así se promueve el café colombiano en Starbucks de Bakú¿Qué tan inofensiva pudo ser la broma? Para Sandoval es un asunto serio. El diplomático dice que el programa de televisión es una manifestación en contra de la honestidad de los colombianos en el exterior. Incluso dijo que su intención, respetando la libertad de expresión, es no permitir que ese tipo de estigmas prosperen. Semana.com se comunicó la Cancillería colombiana para determinar si, como el caso del embajador, hay una declaración oficial. Pero no llegó la respuesta.Le recomendamos: "Representar a Medellín a través de Escobar es reabrir una herida": Sergio FajardoLa molestia de Sandoval estriba en que Noruega es un aliado fundamental. No solo por servir como país garante del proceso de paz, sino por la acogida y el ambiente que los noruegos le prodigan a los compatriotas que allá viven. Según el diplomático, por ese país han pasado recientemente varios exponentes que están en las antípodas de lo que significa Pablo Escobar, como el grupo musical Puerto Candelaria o el científico Rodolfo Llinás. En varias escuelas de Oslo los niños han estado haciendo una colecta para recaudar fondos para la paz en Colombia, entre otras actividades. El chiste de la coca no gustó al embajador. La pregunta, como ha ocurrido en el pasado, es si era para tanto.