Las calles de París están vacías. Por primera vez en la historia, todos, o al menos la gran mayoría de los restaurantes, panaderías, creperías y pastelerías francesas cerraron sus puertas para protegerse del coronavirus. Algunos pocos, sin embargo, están despachando sus últimas producciones para abastecer a quienes salen a comprar víveres por estos días.
Uno de ellos es “El man de los chorizos”, el negocio de Juan David Castillo, un manizaleño de 36 años que logró conquistar a los comensales de París. Sus principales clientes son colombianos, por supuesto, quienes no pierden la oportunidad de deleitarse con el sabor tradicional de su tierra. Pero no son los únicos, también recibe muchos pedidos de latinos, parisinos u otros extranjeros que se enteran de su emprendimiento a través de Facebook e Instagram. Llegó hace tres años a Francia y desde hace dos tomó la decisión de emprender con este negocio de chorizos con una inversión de 40 euros. Es abogado de formación, pero decidió abandonar esta profesión y estudiar cocina en Argentina. Fue en ese momento que la Ciudad Luz le abrió sus puertas para poner en práctica sus dotes culinarias. Le encantaba la cocina de vanguardia o la ‘alta cocina’, pero los egos, el maltrato y el constante estrés por la carga laboral fueron el punto de inflexión para que este colombiano decidiera decantarse por los chorizos. Inicialmente, tanto él como la mayoría de las personas en este país, incluido el Gobierno, veían al covid-19 como algo lejano que probablemente no los afectaría. Con los primeros casos de Italia, sin embargo, los franceses empezaron a preocuparse. Al cabo de unas semanas, las cosas cambiaron para todo el país cuando Macron decidió imponer cuarentena nacional obligatoria. Juan David, por supuesto, fue uno de los afectados por la decisión. El jefe de Estado francés ordenó la cuarentena obligatoria el 16 de marzo, cuando el país ya había alcanzado los 3.000 casos de covid-19, una cifra que quince días después ya sobrepasa los 59.000 contagios en total, incluidos los más de 5.000 muertos y 12.400 recuperados. A raíz de esta decisión, Castillo decidió parquear su ‘choricleta’, la bicicleta en la que lleva los domicilios del taller de producción a la puerta de cada cliente, para protegerse del coronavirus.
Pero todavía tenía una producción de chorizos que había hecho días antes de que el presidente decretara la cuarentena nacional, así que la llevó a la carnicería de un amigo para venderla hasta que se acabe, aunque hasta el momento no ha tenido buenos resultados. “Estoy totalmente paralizado, incluso esos paquetes que dejé en la carnicería están básicamente quietos porque los clientes que yo tengo no pueden ir. Aquí son muy estrictos con las salidas, los desplazamientos solo pueden ser a un kilómetro más o menos, y salir no más de una hora. Entonces la gente prefiere no correr riesgos”, cuenta el manizaleño. Lea la historia completa aquí.