El arquitecto Ronald Rael puso tres sube y baja entre la cerca que divide Estados Unidos de México para resignificar los límites territoriales, comunmente asociados con división, y discriminación. Tras el experimento, niños mexicanos y estadounidenses jugaron, tal como lo harían en un parque, sin diferencias políticas, y sin prejuicios, con la inocencia que los caracteriza. 

En medio del caos desatado por las crueles políticas del presidente estadounidense para contener la migración de centroamericanos a su país, los niños de ambas nacionalidades demostraron que se pueden divertir igual. El equilibrio entre un lado y el otro depende, en gran medida, de las acciones que se tomen en cada lado; el balance resulta fundamental. Le puede interesar: ¿Qué consecuencias reales tendría la construcción del muro que propone Trump? Eso fue lo que intentó el artista con la implementación del conmovedor parque en una zona normalmente convulsionada por la pobreza y la inseguridad. Las acciones de los norteamericanos han sido objeto de críticas por parte de defensores de los derechos humanos, puesto que los agentes fronterizos estadounidenses cometen, a menudo, abusos contra los miles de inmigrantes mexicanos, y de países centroamericanos en su mayoría.  Lea también: El hallazgo de 11 niños hambrientos y en cautiverio en el desierto de Nuevo México, EE.UU. La esposa de Rael, Virgina San Fatello, quien es profesora de diseño, también se involucró en el proyecto. La pareja ha trabajado conjuntamente sobre el tema que los apasiona; la integración en el muro fronterizo. Rael compartió el video en sus redes sociales, y este se tornó viral, quizá por el escenario atípico.