No había pasado ni un día después de haberlo dejado todo en Venezuela y Marielis Montero ya se enfrentaba a la peor adversidad del camino. Tomada de la mano de sus dos hijitas de 1 y 4 años, sintió que el mundo se le venía encima cuando un hombre armado que dijo ser del ELN le informó que para poder pasar la frontera debía pagar 20.000 pesos por cabeza.Para ella, que sobrevivía en su país a punta de harina y huevos, 20.000 pesos colombianos eran toda una fortuna. Esta joven madre estaba ahí parada en esa trocha ilegal con sus niñas, su mamá, su papá, su esposo, un hermano con autismo que hace tres meses no se toma su medicamento y algunos amigos. Ninguno de ellos traía un centavo en el bolsillo.Marielis, en un acto tal vez inocente, le rogó al guerrillero que si le podía pagar con artesanías. La oferta resultaba absurda en medio de un escenario tan hostil. Pero tal vez el llanto de las niñas hizo que el hombre se conmoviera. Los dejó pasar. Les dijo que corrieran y que no se les ocurriera mirar atrás. Dar vuelta ya no era una opción. Era jugarse la vida mirando al frente.Haga clic aquí para continuar leyendo "Adiós Venezuela: la tragedia de los caminantes"