Desgastado, agonizante y anacrónico. Hace cinco años, esos eran los adjetivos menos agresivos para describir al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que comandó con mano autoritaria y corrupta los destinos de México entre 1917 y 2000. Con la victoria cómoda que obtuvo el partido la semana pasada en los estados de Coahuila, Nayarit y México, y con encuestas arrolladoras de aceptación, el partido se perfila ahora como favorito para las presidenciales de 2012. El PRI aprovecha el desgaste del presidente Felipe Calderón por la espiral de violencia que se tomó el país y la división de la izquierda de Andrés Manuel López Obrador. Pero el histórico partido mexicano también cuenta ahora con un gran candidato: Enrique Peña Nieto, un joven carismático de 44 años, con cara de galán y casado con una actriz de televisión, que ya lidera la carrera con más del 40 por ciento de las intenciones. Aunque muchos mexicanos aún piensan que el PRI representa el pasado, la corrupción y el autoritarismo, lo cierto es que si las elecciones fueran mañana, las ganaría sin problema.