América Latina es una región en perpetuo movimiento, en la que los asuntos relacionados con los migrantes cobran regularmente protagonismo mediático y en la que, según datos de la OIM (Organización Internacional de las Migraciones), se ha producido el mayor aumento mundial de la migración internacional en los últimos años: desde los 8,3 millones de personas en 2010 hasta los 16,3 en 2022.
El actual foco informativo se encuentra en un lugar clave: la frontera entre México y Estados Unidos. El 11 de mayo de 2023 a las 23:59, hora de Washington D. C., queda inactivado el restrictivo Título 42 que Trump aplicó durante la pandemia, y que hacía prácticamente imposible pedir asilo en EE. UU.
Nuevos obstáculos
La tensión aumenta en la frontera a medida que se acerca el levantamiento de la norma sanitaria que ha sido utilizada, según datos oficiales, 2,8 millones de veces desde su entrada en vigor, en marzo de 2020. En previsión de una situación “caótica”, el presidente Joe Biden cuenta con 24.000 agentes en la frontera con México para atender a los migrantes que tomen “vías legales” para entrar al país y expulsar al resto.
Pero las esperanzas de la gente ante el fin del Título 42 van a tropezar con otras piedras. Para empezar, la más básica: las leyes vigentes, que consideran ilegal en el país a quien llegue por los cruces irregulares. Además, un nuevo reglamento entra en vigor el jueves (11.5.2023), según el cual, solo podrán acceder al asilo quienes lo hayan solicitado en otro país y se les haya negado.
“Quien cruce la frontera tendrá que demostrar que pidió asilo en México y se le rechazó para poder ingresar en EE. UU. y solicitarlo ahí. Si no lo hace, esa persona será puesta en un proceso de deportación, y será expulsada a México o a otro país”, explica a Deutsche Welle Ariel Ruiz, experto del think tank con sede en Washington Migration Policy Institute. Cabe recordar que las personas expulsadas tienen prohibida la admisión en Estados Unidos durante al menos cinco años y pueden enfrentar un proceso penal por cualquier intento posterior de cruzar la frontera ilegalmente.
Más migrantes en el Tapón del Darién
Otro de los puntos calientes migratorios en América Latina es la frontera entre Colombia y Panamá, donde el flujo de personas que se concentra para atravesar el temible Tapón del Darién no deja de aumentar. Los datos oficiales de Panamá muestran que, solo en abril de 2023, 40.000 personas cruzaron esta selva fronteriza.
“Es un número seis veces mayor respecto al mismo periodo del año pasado. Solamente en los últimos nueve días de mayo de 2023, ha habido 16.000 migrantes cruzando el Tapón del Darién”, detalla Ariel Ruiz. “Tan importante es esta frontera para Estados Unidos, que el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, viajó a Colombia y a Panamá para tratar de que estos tres países juntos puedan intentar detener los flujos irregulares en esa parte del mundo”, prosigue Ruiz.
Crisis en otros países
El experto recuerda que, teniendo el cuenta el número de migrantes, las fronteras calientes de América Latina son México-Estados Unidos, Guatemala-México y Colombia-Panamá. Pero, en una región con distintas corrientes y dinámicas migratorias, hay otros puntos que acaparan atención informativa, como recientemente la crisis en la frontera entre Chile y Perú, militarizada para tratar de contener la situación.
“Esa es una frontera con una fracción de los flujos que estamos viendo en Colombia y Panamá”, dice Ariel Ruiz. Chile ha sido en los últimos tiempos destino favorito de muchos migrantes, atraídos por la economía de aquel país. “El número de migrantes es más elevado en Colombia-Panamá y en México, pero las condiciones de vida son muy difíciles también para las personas varadas entre Chile y Perú”, subraya Ruiz.