El gobierno del presidente Joe Biden abandonó de manera silenciosa un indicador clave usado durante décadas para medir el éxito en la lucha contra las drogas, al suspender el monitoreo satelital de los cultivos de cultivos ilícitos en Colombia en medio de un aumento en la producción de cocaína en Sudamérica.

Un portavoz del Departamento de Estado indicó que la medida era “temporal”, pero no dio un plazo para la reanudación de la recopilación de datos ni explicó por qué se suspendió. Tampoco se sabe si los estudios satelitales continuarán en Perú y Bolivia, que en conjunto representan aproximadamente la mitad de la producción de coca en la región andina.

La medida provocó indignación entre los republicanos del Congreso de Florida, que han estado exhortando al presidente a que se descalifique al Gobierno de Colombia por no cooperar con la lucha antinarcóticos de Estados Unidos.

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Pero coincide con la campaña del presidente Petro para reenfocar las actividades policiales fuera de los remansos rurales donde se cultiva coca, y en lugar de ello perseguir a los narcotraficantes en gran escala y lavadores de dinero que obtienen la mayor parte de las ganancias del tráfico de drogas.

“Evaluamos constantemente la efectividad de varias medidas antinarcóticos y hacemos cambios en nuestras labores según sea necesario”, dijo el portavoz del Departamento de Estado estadounidense en un comunicado enviado por correo electrónico.

El vocero hizo las declaraciones bajo la condición de guardar el anonimato, porque esas son las políticas de la agencia. “Seguimos trabajando con el Gobierno de Colombia en el monitoreo de cultivos ilícitos de coca”.

El incremento de cultivo ilícitos viene desde 2013. Si el número de hectáreas cultivadas no desciende, el gobierno plantea volver al glifosato.

Reacciones ante la decisión de Estados Unidos

Las autoridades de Estados Unidos no han comentado qué provocó el cambio de política, pero los republicanos han aprovechado esta decisión para atacar al presidente Petro, en un momento en que él busca mejorar los vínculos con el gobierno venezolano e intenta llegar a un acuerdo con el ELN, la última insurgencia de izquierda que aún opera en Colombia.

“Este es un regalo para el Gobierno de Petro”, declaró el senador de Florida Marco Rubio, vicepresidente de la Comisión Selecta del Senado sobre Inteligencia y miembro sénior de la Comisión de Relaciones Exteriores, en una declaración a The Associated Press. “Es otro ejemplo de cómo el gobierno de Biden da concesiones a gobiernos de extrema izquierda en la región”.

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El mandatario colombiano ha rechazado esas críticas, alegando que Estados Unidos haría bien en volver a centrar su atención en la crisis del fentanilo, a la que se culpa de decenas de miles de muertes por sobredosis.

Adam Isacson, director de supervisión de defensa de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, dijo que el monitoreo satelital de los cultivos de coca ofrece información valiosa sobre la capacidad de Colombia para reafirmar el control del Estado en áreas remotas y económicamente deprimidas que por mucho tiempo han estado controladas por grupos armados ilegales.

El gobierno de Joe Biden ha tratado de minimizar cuidadosamente las diferencias políticas con el primer gobierno de izquierda de Colombia en lo que respecta al narcotráfico, comercio, negociaciones con grupos rebeldes armados y sanciones al régimen de Venezuela, y en lugar de ello ha hecho énfasis en las más de dos décadas de estrecha cooperación bilateral.

Con información de AP