El pasado viernes, 24 de febrero, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos confirmó la captura de tres altos mandos de la Mara Salvatrucha (MS-13) acusados de varios delitos de terrorismo y extorsión.
Se trata de Vladimir Arévalo Chávez, alias Vampiro, Monserrat Criminales; Walter Hernández Rivera, alias Baxter, de Park View, y Marlon Menjivar Portillo, alias Rojo, de Park View, quienes fueron deportados a Texas tras su arresto.
La Fiscalía de Estados Unidos informó que solicitará a sus homólogos en El Salvador la extradición de los otros seis cabecillas que están presos en ese país, mientras confían en poder arrestar a los otros cuatro que siguen prófugos y por quienes ofrecen una recompensa de hasta 20.000 dólares.
Tras la captura de estos miembros delincuenciales, se hizo público un documento de acusación por parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, en la que se vincula a 13 supuestos líderes de la estructura criminal de la Mara Salvatrucha (MS-13) con reuniones clandestinas en las que estarían vinculados funcionarios del gobierno del presidente Nayib Bukele.
En concreto, el documento cita al director de Centros Penales, Osiris Luna, y el director de Reconstrucción del Tejido Social, Carlos Marroquín, quienes habrían participado en encuentros organizados por el gobierno salvadoreño con miembros de la banda delincuencial, quienes estarían en libertad.
Elmer Canales Rivera, alias “ladrón de Hollywood”, Borromeo Enrique Henríquez, alias “diablito de Hollywood”y Carlos Tiberino Ramírez Valladares, apodado “Snyder de Pasadena”, serían algunos de los líderes de la organización criminal que se habrían encontrado con los funcionarios anteriormente mencionados.
El documento cita textualmente que, “como parte de estas negociaciones secretas, la Ranfla Nacional, la Ranfla en las Calles y la Ranfla en los Penales negociaron con oficiales de gobierno de alto nivel para beneficios financieros, control de territorios y condiciones menos restrictivas en las prisiones que les garantizaran a los líderes de la MS-13 mejor comunicación”, como lo resalta el diario El Heraldo de Honduras.
El objetivo de las negociaciones, según la acusación, se resume a un número de beneficios por parte de los delincuentes a cambio de que los mismos, en las calles, redujeran el número de asesinatos públicos para que se pudiera ver reflejado en números que mostrarían la mejora de las políticas del gobierno del recién nombrado presidente Nayib Bukele.
Según el documento de 42 páginas, los antes mencionados se habrían reunido numerosas veces dentro de las prisiones de Zacatecoluca e Izalco, entre otros lugares, reuniones organizadas por el gobierno de El Salvador y oficiales de seguridad de la prisión, incluyendo al propio director de Centros Penales.
Los miembros del gobierno habrían usado máscaras para atender las reuniones y se habrían rehusado a esclarecer su identidad violando las reglas dentro de la prisión. De hecho, según el documento, los líderes de la organización delincuencial habrían usado camisas de manga larga para que no fueran reconocidos por sus tatuajes, al igual que máscaras para ocultar su identidad.
También se pudo establecer que, para el ingreso a los penales, se les facilitaban tarjetas de identificación con el fin de hacerse pasar por oficiales de inteligencia o de aplicación de la ley, y terminaban siendo escoltados por funcionarios penitenciarios salvadoreños.
Las autoridades de la cárcel habrían facilitado también la transferencia temporal de algunos líderes de la MS-13, incluyendo a Henríquez, para recibir tratamiento médico en hospitales civiles sin que lo necesitaran, ya que no presentaban condiciones médicas que ameritaran la salida de los centros carcelarios por parte de estas personas.
Según el documento emitido por el Distrito Este de Nueva York en septiembre del 2022, se confirma que las reuniones se habrían llevado a cabo después de las elecciones presidenciales del 2019 que dieron como ganador a Bukele.
Los 13 acusados por la Fiscalía encargada del caso forman parte de la estructura de mando y control de la MS-13, formada por la Ranfla Nacional, la Ranfla en Las Calles y la Ranfla en Los Penales, y desempeñaban “importantes funciones de liderazgo en las operaciones de la organización en El Salvador, México, Estados Unidos y en todo el mundo”, según un comunicado.
Ni el presidente Bukele ni los funcionarios mencionados han respondido hasta el momento a la acusación.