La frontera entre Estados Unidos y México fue la “ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo” en 2022, con 686 migrantes muertos o desparecidos durante ese periodo, según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) presentado este martes 12 de septiembre.

“La cifra representa casi la mitad de las 1.457 muertes y desapariciones de migrantes” documentadas en el continente americano en 2022, “el año más mortífero” del que se tenga registro desde que el Proyecto Migrantes Desaparecidos (MMP) de la OIM comenzó con sus actividades en 2014, según la misma fuente.

“En 2022, se registraron 668 fallecimientos de personas migrantes (100 mujeres, 454 hombres, 31 menores y 83 con sexo y edad indeterminados)”, indicó el resumen regional anual de la OIM.

Un grupo de migrantes camina a lo largo de las orillas de un río cerca de la frontera con Estados Unidos. México, 24 de agosto de 2023 (foto de David Peinado/NurPhoto vía Getty Images). | Foto: David Peinado/NurPhoto

Si bien hay una disminución de los decesos de 8 %, comparados con 2021, la cifra de 2022 “posiblemente es superior a lo que la información disponible indica”, ya que faltan datos oficiales, incluyendo del condado fronterizo en Texas y de la agencia mexicana de búsqueda y rescate.

Las principales causas de muerte en la frontera entre Estados Unidos y México se distribuyeron de la siguiente manera durante el año pasado, según el informe presentado por la OIM:

  • Ahogamiento (212)
  • Condiciones ambientales extremas y falta de albergue, comida y agua adecuados (156)
  • Accidentes en vehículos o muertes vinculadas a transporte peligroso (71)

Según el informe, “una de las tendencias más preocupantes fue el incremento de las muertes a lo largo de las rutas migratorias en el Caribe, con 350 muertes documentadas en 2022, en comparación con 245 registrados en 2021″.

Campamento de migrantes cerca del Río Bravo. | Foto: 2022 Anadolu Agency

Una ruta llena de peligros

Algunos migrantes comienzan su ruta en búsqueda del “sueño americano” desde más al sur. En sus casos, hay un gran obstáculo entre Colombia y Panamá: el Tapón del Darién, única conexión terrestre entre Sudamérica y Centroamérica.

Si bien el reporte de la OIM posicionó la frontera entre Estados Unidos y México como la ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo en 2022, la actualidad que se vive en el Tapón del Darién es alarmante.

No solo los riesgos de atravesar la selva preocupan a los migrantes, sino también las advertencias hechas desde Panamá, donde se exponen a ser deportados.

“Panamá nos está cerrando las puertas”, lamenta un migrante antes de cruzar la peligrosa selva del Darién en su camino hacia Estados Unidos. Como él, decenas temen ser deportados tras el endurecimiento de los controles en ese país o quedarse estancados en el lado colombiano de la frontera.

Agotados, algunos enfermos, decenas de migrantes represados en un puerto del norte de Colombia se enteraron de la nueva determinación del Gobierno panameño: deportar a los extranjeros que ingresen de forma irregular por la selva del Darién.

“Es difícil para muchos porque al cerrarnos las puertas nos seguimos quedando aquí estancados (...), sufriendo”, dice a la AFP el venezolano Eduardo José Vargas.

Desde hace un mes malvive con su esposa y dos hijas en Necoclí, un municipio en la costa del Caribe, mientras aguarda su turno para cruzar la frontera natural de 266 kilómetros de largo y 575.000 hectáreas de superficie que separan Colombia y Panamá.

Migrantes cruzando el Tapón del Darién. | Foto: 2022 Jan Sochor

Montañas de valijas, camas improvisadas, fogones sobre piedras. La población es un campamento a cielo abierto, a temperaturas que rondan los 30°C.

“Aquí me ha tocado duro (...), ya me robaron el teléfono y la plata que yo tenía, los 500 dólares para irme. Y la otra es la lluvia, que llueve casi todas las noches y uno se moja”, añade Vargas, visiblemente cansado.

Según datos oficiales de Panamá, en lo que va del año, más de 352.000 personas han cruzado el Tapón del Darién. La gran mayoría son venezolanos, pero también llegan de Haití, Ecuador y Colombia. Además, hay un número creciente de chinos y africanos, sobre todo de Camerún.