Las empresas del mundo, principalmente las ubicadas en países que son socios comerciales de Estados Unidos, se mantienen en vilo frente a la política con el comercio exterior que aplicará el presidente electo Donald Trump.
Más aún, porque, si bien durante su candidatura hacía anuncios relacionados con el tema, los que realiza ahora son recibidos como antesala de medidas reales.
Es así como, su anunciada voluntad de imponer aranceles por doquier revive ahora las preocupaciones de los empresarios de las naciones vecinas, principalmente, las que tienen acuerdos comerciales con Estados Unidos.
Trump ha dicho que quiere poner aranceles a todos los productos que ingresen a Estados Unidos, preocupa a los importadores de vino y empresarios gastronómicos, que esperan alguna excepción que proteja a las pequeñas empresas.
“Esperamos conocer los detalles, esperamos que haya excepciones para los productos que son particularmente esenciales para las pequeñas empresas”, destaca Ben Aneff, presidente de la alianza comercial estadounidense para el vino.
Trump anunció el lunes aranceles de 25 % para Canadá y México, los principales socios comerciales de Estados Unidos y en teoría protegidos por un acuerdo comercial regional, el T-MEC. El sábado amenazó a los BRICS con aranceles de “100 %” si socavan el dominio del dólar.
“Estábamos preocupados de que aplicara aranceles a productos europeos en primer lugar. Todavía no es el caso pero podría pasar. Es lo que realmente me preocupa: podría hacerlo de golpe”, explicó DeWayne Schaaf, dueño de un restaurante en Misuri (centro).
En Francia, el sector está a la espera, reconoció el miércoles a la prensa el presidente de la Federación de Exportadores de Vinos y Espirituosos de Francia (FEVS), Gabriel Picard.
“Alrededor de 10 % (de aranceles aduaneros) se maneja en cierta forma. Pero 40 o 50 %, es punitivo y es el cierre del mercado”, enfatizó.
A largo plazo, un alza de impuestos aduaneros podría provocar “una caída de salarios con menos horas para mis empleados”, destacó DeWayne Schaaf.
“Haré lo mejor que pueda para continuar comprando vino europeo pero a fin de cuentas, si quiero seguir abierto, serán los clientes que deberán pagar los aranceles aduaneros”, consideró Noah Bush, propiertario de un grupo de restaurantes en Tulsa, Oklahoma (centro).
Experiencia dolorosa
En 2019, cuando el contencioso entre Estados Unidos y la Unión Europea por los subsidios a los fabricantes de aviones Airbus y Boeing continuaba, Trump decidió imponer 25% de aranceles a varios productos europeos, entre ellos el vino y otras bebidas alcohólicas.
Ese anuncio “chocó a todo el mundo”, insistió Ben Aneff.
Noah Bush recuerda que si bien algunos de sus restaurantes “pudieron absorber parte del costo (...), a fin de cuentas, hubo que aplicar una parte (del sobreprecio) a los clientes”. “Vimos de inmediato una caída de ventas”, señaló.
“Tuvimos que aumentar los precios alrededor de 15%”, coincide DeWayne Schaaf. “El resto del costo lo asumió mi restaurante, para mantener un precio competitivo sobre nuestros vinos de alta gama”, sostuvo.
Para Francia, los derechos aduaneros también tuvieron un impacto: un “25% de aranceles, fue 25% menos de volumen” de ventas y “son 600 millones (de euros) menos”, destacó Philippe Tapie, presidente de las organizaciones Bordeaux Négoce y Haut Médoc Sélection, durante la conferencia de prensa de presentación del salón del vino de París, Wine Paris 2025, el pasado miércoles.
Así se preparan
En ese momento, las empresas estadounidenses aumentaron sus pedidos de vino europeo antes de que se aplicaran los aranceles, lo cual permitió a los productores franceses reducir el impacto sobre sus cuentas.
Fue la estrategia que adoptó Noah Bush: “Compré todo lo que pude. Nos dio un pequeño margen de seguridad. Pero luego nos vimos afectados y tuvimos que reducir las horas de nuestros empleados para intentar sostenernos”.
“Sobrevendimos para intentar anticipar las cosas y fue un sobrecosto para ellos (los compradores). Eso no volverá a pasar, es claro. No tenemos ningún aumento de ventas o de pedidos”, remarcó Tapie.
DeWayne Schaaf, de su lado, tomó recaudos: “Compré 40% más que los dos meses anteriores. Lleno al máximo mi bodega”.
“Mi distribuidor compró diez contenedores de vino”, el equivalente a varios millones de dólares y eso “es dinero que no podrá destinar a vinos estadounidenses. Esto ya afecta a las empresas”, concluyó.
AFP