La Casa Blanca confirmó hace algunas horas que Estados Unidos suministrará a Ucrania municiones de racimo, cruzando un umbral importante en el tipo de armamento ofrecido a Kiev en plena contraofensiva contra la invasión rusa.
El presidente Joe Biden “lo aprobó (...) tras una recomendación unánime”, declaró a la prensa el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, quien añadió que es “lo correcto”. Sullivan añadió que los ucranianos dieron garantías “por escrito” sobre el uso que harían de estas armas para minimizar “los riesgos que suponen para la población civil”.
Las municiones de racimo son armas que liberan o dispersan submuniciones concebidas para detonar antes, durante o después del impacto. Dependiendo del tipo de arma utilizada, el número de submuniciones oscila entre unas pocas decenas y más de 600.
En el marco del anuncio, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha asegurado que el compromiso para enviar bombas de racimo a Ucrania fue una “decisión difícil” pero necesaria, ya que las fuerzas ucranianas “se están quedando sin munición” y el armamento anunciado funciona como “transición”, para ganar tiempo hasta conseguir nuevos proyectiles de artillería.
“Fue una decisión muy difícil para mí. La hablé con nuestros aliados, con nuestros amigos en el Congreso”, ha explicado Biden en una entrevista para la cadena CNN, poco después de que varios departamentos de su Administración anunciasen lo que ya venían anticipando días algunos medios, pese a los recelos expresados por organizaciones defensoras de los Derechos Humanos y por Naciones Unidas.
La Convención sobre Municiones de Racimo, un tratado internacional suscrito por más de un centenar de países, aboga por prohibir este modelo de armas por su impacto indiscriminado sobre la población civil. “No somos firmantes de este acuerdo, pero me llevó un tiempo convencerme de hacerlo”, ha explicado el mandatario norteamericano, que ha dicho seguir la “recomendación” fijada por el Departamento de Defensa.
“Lo principal es ver si (los ucranianos) tienen las armas para frenar ahora a los rusos (...) o no. Y creo que las necesitan”, ha añadido, en línea con los argumentos expresados en las últimas horas por distintas voces de la Administración.
Biden ha dado este polémico paso antes de emprender rumbo a Europa, para una gira por varios países que estará marcada en gran medida por el contexto ucraniano y que tendrá como gran cita la cumbre de líderes de la Otan en Lituania.
Muchos países han prohibido su uso y producción en virtud de la Convención de Oslo de 2008, de la que no forman parte Estados Unidos ni Ucrania.
Sullivan justificó largo y tendido la decisión, muy criticada por las oenegés. Afirma que la artillería es crucial en esta guerra y que Rusia las usa desde el comienzo de la misma.
Sullivan afirmó asimismo que la propuesta de ingreso de Ucrania en la Otan se discutirá, pero no se decidirá en la cumbre de la organización la próxima semana en Vilna.
Kiev “todavía tiene que dar más pasos antes de la adhesión” y “no se unirá” en este momento, afirmó cuando el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, está inmerso en una gira internacional en busca de apoyo para la adhesión de su país a la Alianza Atlántica.
En cuanto a Suecia, el otro país que espera entrar en la Otan, la Casa Blanca es más optimista. Es “posible” que Turquía y Hungría dejen de bloquear su ingreso durante la cumbre de Vilna, pero si no lo hacen, “ocurrirá en un futuro no muy lejano”, estimó Sullivan.
Turquía y Hungría son los únicos de los 31 estados miembros de la Otan que aún no han ratificado la adhesión de Suecia. Las discrepancias se deben a la posición de Suecia respecto a los movimientos de oposición kurdos, como el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que Ankara incluye en su lista negra de los grupos que considera “terroristas”.
Las relaciones bilaterales se complicaron aún más hace unos días cuando un iraquí quemó un ejemplar del Corán frente a la principal mezquita de Estocolmo.
En Hungría el Parlamento incluyó la candidatura de Estocolmo entre los temas que debe votar, pero se prevé que suspenda las sesiones el 7 de julio, cuatro días antes de la cumbre de Vilna.
*Con información de AFP.