La vacante en la Cámara, una decisión tomada el martes por los partidarios del expresidente estadounidense Donald Trump en una votación que será recordada como histórica, ha generado una incertidumbre inusual en el funcionamiento de esta institución parlamentaria.
En un momento en que muchos congresistas instan a la urgente aprobación de asistencia financiera para Israel, la ausencia de un presidente de la Cámara de Representantes ha dejado en suspenso importantes tareas legislativas.
La situación se torna aún más crítica al considerar que, sin un líder en la Cámara Baja, el Congreso se encuentra impedido para llevar a cabo una serie de funciones esenciales. Esto incluye la imposibilidad de aprobar un nuevo presupuesto para el Estado federal, un proceso crucial para la gestión gubernamental y la asignación de recursos.
Además, la capacidad de tomar decisiones sobre la provisión de más fondos a Ucrania, en un momento en que la política exterior y la seguridad internacional están en juego, se ve paralizada.
Scalise, Jordan...
Los republicanos tienen mayoría en la Cámara desde enero, por lo que deben elegir al presidente de esta institución. Pero las fuertes tensiones entre congresistas moderados y trumpistas han interferido en el proceso y han desatado la destitución de McCarthy el 3 de octubre.
La ofensiva del movimiento islamista palestino Hamás contra Israel el sábado aumentó la presión para restablecer el orden entre los conservadores. Hay dos congresistas republicanos compitiendo oficialmente por la presidencia de la Cámara: por un lado, el jefe de grupo Steve Scalise, un miembro de la derecha radical que padece cáncer.
Por otra Jim Jordan, jefe de la comisión judicial, que cuenta con el “apoyo total” de Trump, precandidato a las presidenciales de 2024.
O McCarthy...
Este lunes McCarthy, el presidente de la Cámara destituido, dejó la puerta abierta a una nueva candidatura a su antiguo cargo pese a haberlo descartado la semana pasada. Ante la insistente pregunta de si volverá a presentarse, el congresista por California respondió a los periodistas: “Es el grupo parlamentario el que debe elegir”.
Acto seguido presumió de experiencia diplomática con Israel. Citó sus “numerosos” viajes a Gaza, su discurso de mayo ante el Parlamento y sus llamadas telefónicas con el presidente israelí Isaac Herzog, las últimas de ellas “la semana pasada”.
“No podemos hacer nada sin un presidente” de la Cámara, zanjó. Varios de sus partidarios lo han animado a volver a presentarse. “Este período de caos e incertidumbre ha demostrado que fue un error destituirlo”, argumentó el congresista por Florida Carlos Giménez en X (antes Twitter).
La reelección de Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos se presenta como un desafío particularmente complejo en el actual panorama político, dado que depende en gran medida del respaldo de un grupo de fervientes seguidores de Donald Trump, conocidos como “trumpistas”. La obtención de este apoyo se ha revelado como una tarea ardua y llena de incertidumbre, dada la diversidad de opiniones dentro de este segmento del partido.
En un giro inesperado, un pequeño pero influyente grupo de estos simpatizantes de Trump ha planteado la idea de que el propio ex presidente asuma el cargo de presidente de la Cámara. Aunque esta propuesta puede parecer sorprendente a primera vista, no se puede descartar de plano, ya que técnicamente el presidente del Congreso no está obligado a ser un miembro del Congreso en funciones. Esta posibilidad abre un abanico de intrigantes escenarios políticos y suscita debates sobre la dinámica del liderazgo en el Capitolio.
Pero parece altamente improbable, sobre todo porque las actuales normas republicanas prohíben ocupar un cargo en la dirección del grupo parlamentario en el caso de inculpación y Trump tiene varias pendientes. La directiva del Partido Republicano quiere que los conservadores entierren el hacha de guerra antes del miércoles por la noche.
*Con información de AFP.