La mujer que ganó prominencia nacional en un mundo dominado por los hombres como la política, acaba de morir a los 90 años.
De acuerdo con The New York Times, su familia confirmó su fallecimiento, pero no reveló la causa.
Antes de su deceso, Feinstein ya había anunciado su deseo de retirarse de la política, al término de su periodo, en enero de 2025.
Si bien no pudo concluir su mandato, muere con un merecido lugar en la historia, particularmente en lo concerniente a la presencia de la mujer en la política del país norteamericano.
En principio, ganó prestigio en el ámbito de California, donde era llamada la Gran Dama del Partido Demócrata.
Con los años, sin embargo, se convirtió en una figura indispensable en la política nacional, a lo largo de una intensa actividad como senadora.
En ese rol, fue partícipe de momentos tan álgidos en la vida de la unión americana como el juicio político o impeachment a Bill Clinton o las guerras de Afganistán e Iraq.
“Fue una campeona elocuente de los derechos civiles y el control de las armas, quien defendió y denunció las medidas de seguridad nacional en la era del terrorismo”, anotó el diario neoyorquino en el obituario que le dedicó este viernes.
Feinstein hizo fama por sus aguerridas campañas y por adoptar a menudo ideas conservadoras, aunque militaba en el ala liberal.
En 1978, asumió como la primera mujer en ser alcaldesa de San Francisco, donde nació en 1933, cargo que desempeñó por diez años.
Luego pretendió ganar la elección por la gobernación de California, pero fue derrotada por el republicano Pete Wilson.
Le fue mucho mejor en sus aspiración a convertirse en la primer mujer en representar al estado en el Senado, al ser elegida en 1992, durante unos comicios atípicos. Dos años más tarde volvió a ganarse la curul, victoria que se repitió, por amplios márgenes, en 1994, 2000, 2006, 2012 y 2018.
Así, era el miembro de mayor edad en la cámara alta y la mujer que más tiempo ha servido allí: 31 años.
Feinstein fue también pionera en muchos otros ítems: La primera mujer en sonar como fórmula presidencial de un candidato, Walter Mondale, en 1984; y la primera en presidir el Senado durante una posesión presidencial, en 2009 con Barack Obama.
En noviembre de 2022, sobrepasó a Barbara A. Mikulski como la mujer que más años ha ocupado una curul en la cámara alta del Congreso de Estados Unidos.
El Times señala que la política solía autodefinirse como de centro y que no pocas veces cambió de parecer.
En principio, se opuso al matrimonio entre personas del mismo sexo y a la pena de muerte, pero luego los apoyó.
Pero ningún otro de sus ‘reversazos’ fue tan noticioso como el que se dio en la crisis derivada por los ataques terroristas del 11S, en 2001.
En ese momento, respaldó la guerra en Iraq y las detenciones e interrogatorios de sospechosos de terrorismo, muchos de los cuales tenían lugar (y siguen teniéndolo) en la cárcel de Guantánamo, en Cuba, en 2006.
Sin embargo, al año siguiente, abogó por el cierre de esa prisión. En 2014, como presidente de la Comisión de Inteligencia del Senado, supervisó un informe que daba cuenta de las torturas y otros abusos a los derechos humanos que tenían lugar en el penal, con el supuesto fin de prevenir futuros ataques terroristas. Ello a pesar de que, cinco años antes, Obama había ordenado la suspensión de tales prácticas.
Estados Unidos lamenta, de igual modo, la partida de una mujer que brilló como modelo de valor ante la adversidad. Su dignidad y porte majestuoso a menudo eran comparados con los de la reina Isabel II, mucho más cuando compartían el estilo sobrio en el vestir y en el gusto por aparecer siempre bien peinadas.
Por eso, el encuentro de las dos mujeres en San Francisco, cuando ella era alcaldesa, dio mucho de qué hablar en su momento.
Si en la política tuvo un paso combativo, en su vida privada también enfrentó duras pruebas.
Su infancia, recordó el diario, se vio ensombrecida por los abusos de una madre inestable mentalmente, además de alcohólica.
En el matrimonio no le fue mejor, pues atravesó por dos divorcios y enviudó el año pasado de Richard C. Blum, quien libró una dura batalla contra el cáncer, al igual que su padre.
Asimismo, pagó el precio de ser una política prominente. Fue blanco de un atentado con bomba por parte del New World Liberation Front, del cual salió ilesa.
En 1978, casi muere en medio de un tiroteo que les costó la vida a George Moscone, alcalde de San Francisco, y a Harvey Milk, el primer funcionario abiertamente gay de la ciudad.