Un insólito caso fue reportado por autoridades médicas en la ciudad de Nueva York, donde especialistas identificaron la historia de una mujer de origen congoleño que falleció a sus 50 años en medio de un indescifrable cuadro de desnutrición que, tras su muerte, se pudo revelar que derivaba de la existencia de un feto momificado al interior de su organismo.
Según los especialistas, el feto momificado se encontraba en el organismo de la mujer desde hace cerca de 9 años, lo que le había derivado en la aparición de cuadros de dolores abdominales recurrentes, que se manifestaban además en recurrentes casos de obstrucción intestinal.
De acuerdo con medios de comunicación local, si bien el feto se había identificado a través de una resonancia cuando la mujer aún se encontraba viva, y pese a que los médicos se ofrecieron a retirarlo, la mujer siempre se opuso a ello, advirtiendo temor a las intervenciones quirúrgicas, y abogando por que los médicos se restringieran a adelantar un monitoreo.
La mujer había sido tratada por especialistas de la SUNY Upstate Medical University, quienes advirtieron que la mujer “desgraciadamente falleció debido a una desnutrición grave, en el contexto de una obstrucción intestinal recurrente debida al litopedion o feto momificado)”.
Precisamente, sobre el particular, los medios especializados han precisado que el ‘lipton’, es el nombre científico o médico con el que se refieren a la situación que presentaba la mujer, más precisamente a los cuerpos no nacidos que se solidifican o se convierten en piedra dentro del organismo, advirtiendo que, por lo general, esta clase de situaciones se presentan cuando se está frente a embarazos no viables, que a su vez derivan en serias complicaciones de salud posteriormente.
De acuerdo con la explicación recabada por los especialistas, este tipo de calcificaciones de los fetos se presentan cuando el embrión en desarrollo termina por desarrollarse de manera extrauterina por más de 12 semanas, razón por la que no logra sobrevivir, por falta de los nutrientes propios que se transmiten a través del útero, lo que lleva a la muerte del feto, el cual muchas veces incluso no es expulsado naturalmente.
Precisamente, al no ser expulsado naturalmente, ese organismo termina por calcificarse, y termina momificado, teniendo posteriores consecuencias en la persona que lo aloja.
En ese sentido, los expertos también han advertido que es difícil que las mujeres que desarrollan dicha situación terminen por darse cuenta de la existencia de estos fetos, reconociendo que son procesos que avanzan de forma silenciosa, incluso llevando a que pase inadvertido por algún tiempo, incluso en los controles periódicos por parte de los médicos.
Así, una oportuna detección está ligada precisamente al tamaño del feto calcificado, y a los síntomas que este genere en el organismo de la madre.
Recientemente, otro curioso caso médico se conoció en Bután, un pequeño país de Asia, donde, en el marco del proceso de nacimiento del tercer hijo de una mujer, esta acudió para practicarse una cesárea, procedimiento en que la mujer, aprovechando unas políticas locales, iba a aprovechar para practicar la famosa cirugía de la ligadura de trompas, al considerar que ya había tenido un número suficiente de hijos, 3.
No obstante, si bien el bebé nació sin mayores contratiempos, los especialistas se quedaron sorprendidos cuando, en medio de la operación de ligadura de trompas, pudieron evidenciar que, pese a que la mujer había estado en continuos controles, nunca se habían percatado de que presentaba una curiosa dismorfia, referida a la existencia de dos vaginas.
Lo anterior, en tanto, en el útero, la mujer había desarrollado una suerte de tabique que dividió en dos su sistema reproductivo, dotándola a su vez de dos conductos vaginales, dos úteros, cada uno con una trompa de Falopio.
Si bien la intervención de ligadura de trompas pudo ser adelantada sin mayores contratiempos, el caso médico también fue documentado debido a su atipicidad.