El gobernador de La Florida Todos Ron DeSantis aún no anuncia oficialmente su deseo de llegar a la Casa Blanca. De momento él prefiere centrarse en su estado, al que ha convertido en un laboratorio para probar las políticas conservadoras que podrían impulsarlo hasta la presidencia.
El estilo de DeSantis
DeSantis aparece casi a diario en los medios nacionales como uno de los protagonistas de la batalla cultural impulsada por su partido contra políticos demócratas, empresas y profesores a los que acusa de querer imponer su ideología progresista a los demás.
En Florida, esa batalla se ha traducido en una serie de polémicas medidas educativas. El año pasado, DeSantis aprobó una ley que restringe la enseñanza de asuntos relacionados con la orientación sexual y la identidad de género en escuelas primarias sin autorización de los padres, y otra para acotar los contenidos escolares sobre la raza y su relación con la historia estadounidense.
En enero vetó un curso de secundaria sobre asuntos afroamericanos cuyo contenido tachó de adoctrinamiento, y su gobierno sustituyó a siete miembros de la junta directiva del New College of Florida, colocando una mayoría conservadora al frente de esta universidad pública progresista de artes liberales.
El resultado ha sido cada vez el mismo: el aplauso de los círculos más conservadores de Estados Unidos, la indignación de sus adversarios y críticos, y una cobertura mediática que le ha brindado una exposición nacional al gobernador de 44 años.
Exitosa gestión de durante la pandemia
DeSantis, aunque se niega a hablar sobre su futuro, no hace mucho por ocultar que piensa más allá de los límites de su estado. El título de sus memorias, publicadas el próximo 28 de febrero, es: La valentía de ser libre: el proyecto de Florida para el renacimiento de Estados Unidos.
Para Charles Zelden, profesor de Ciencias Políticas en la Nova Southeastern University, no hay duda de que DeSantis piensa en la Casa Blanca. “No tiene prisa por declarar que se presenta a la presidencia porque no tiene por qué hacerlo. Está construyendo su marca. Y es más fácil hacer eso diciendo que sólo se está centrando en Florida”, dice.
Hasta ahora la marca DeSantis ha sido un éxito. Poco queda de aquel político desconocido que dio la sorpresa al ganar la gobernatura en 2018 con el apoyo de quien podría ser su gran rival en 2024, el entonces presidente Donald Trump.
Su gestión durante la pandemia de covid-19, en la que promovió una rápida reapertura de la economía, y su oposición a las medidas sanitarias de la administración de Joe Biden lo convirtieron en una figura popular entre los republicanos.
En noviembre logró la reelección con casi el 60% de los sufragios ante el demócrata Charlie Crist, aupado por unas políticas que movilizan a electores conservadores como Katye Campbell.
Esta exprofesora de 48 años, madre de tres hijos, declara: “Soy conservadora y no creo que las conversaciones en torno a la orientación sexual o la identidad de género tengan sitio en el aula. Creo que deben quedarse en la familia”.
La oposición a DeSantis
Otros lamentan las medidas del gobernador en temas educativos, que han provocado, por ejemplo, el veto a decenas de libros en las bibliotecas escolares en los últimos meses.
Es el caso de Amy Reid, la directora del programa de Estudios de Género en el New College of Florida. “DeSantis está utilizando la educación en Florida como parte de una campaña para algo que no tiene nada que ver con la mejora de la educación en Florida”, dice esta docente de 58 años.
“Espero que la gente se dé cuenta de que lo que está ocurriendo aquí forma parte de un ataque orquestado más amplio contra la libertad de expresión, la libertad de educación, el sistema educativo público y la libertad religiosa en este país”, añade.
“Florida es una prueba clara de que nosotros, el pueblo, no somos impotentes ante estas élites”, agrega.
Con información de AFP