Texas debe mover una barrera flotante que el gobierno de Greg Abbott colocó en el río entre Estados Unidos y México hace unos meses, como parte de las medidas adoptadas por el gobernador republicano para impedir que los migrantes crucen la frontera sur hacia territorio estadounidense, según falló este miércoles 6 de septiembre un juez federal.
El juez de distrito David Ezra no llegó a ordenarle a Texas que desmantele la barrera de boyas del tamaño de una bola de demolición en el Río Bravo (o Grande), pero señaló que representaban una amenaza para la seguridad y para las relaciones entre los países vecinos. La medida cautelar de Ezra instruye a Texas, al menos por ahora, a sacar la barrera del agua y ponerla en la orilla del río para el 15 de septiembre.
Ezra también planteó dudas sobre la justificación de Texas para la barrera, y escribió que el estado no presentó ninguna “prueba convincente de que la barrera de boyas haya reducido significativamente la inmigración ilegal”.
La demanda fue entablada por el Departamento de Justicia en un caso poco común en que el gobierno del presidente Joe Biden acude a los tribunales para cuestionar las políticas fronterizas de Texas. Funcionarios de Texas señalaron que apelarán la decisión.
“La decisión judicial de hoy solo prolonga la obstinada negativa del presidente Biden a reconocer que Texas está dando un paso al frente para hacer el trabajo que él debería haber estado haciendo”, dijo Abbott.
Abbott invocó poderes de “invasión” para implementar nuevas tácticas agresivas desde el año pasado. El uso de decenas de boyas de color naranja brillante para crear una barrera más larga que un campo de fútbol en un tramo del río por el que los inmigrantes suelen intentar cruzar desde México es apenas una parte de la misión fronteriza del gobierno estatal, conocida como Operación Estrella Solitaria. El estado también ha instalado alambre de púas y vallas de acero en la frontera, y ha facultado a agentes armados para detener a los migrantes con cargos de invasión de propiedad ajena.
Ezra, quien fue designado por el expresidente Ronald Reagan, rechazó la justificación de Abbott por todas las acciones de Texas. “Bajo esta lógica, una vez que Texas decide, a su exclusivo criterio, que ha sido invadida, no está sujeto a ninguna supervisión de sus ‘medios elegidos para librar una guerra’”, escribió Ezra. “Tal afirmación es impresionante”.
En otro cuestionamiento al uso de las boyas, el Departamento de Justicia federal acusó a Texas de colocar una barrera en el límite internacional sin permiso. El gobierno de Biden también dijo que la barrera planteaba problemas humanitarios y medioambientales.
“Nos complace que el tribunal fallara que la barrera era ilegal y que perjudica irreparablemente las relaciones diplomáticas, la seguridad pública, la navegación y las operaciones de los funcionarios de las agencias federales en el Río Grande y sus alrededores”, declaró en un comunicado la secretaria de Justicia adjunta Vanita Gupta.
Texas instaló la barrera cerca de la localidad fronteriza de Eagle Pass y colocó anclajes en el lecho del río. Eagle Pass forma parte de un sector de la Patrulla Fronteriza que ha registrado el segundo mayor número de cruces de migrantes este año fiscal, con alrededor de 270.000 encuentros, aunque esa cifra es menor a la registrada a estas alturas del año pasado.
El gobierno de Biden ha dicho que los cruces fronterizos ilegales disminuyeron luego de que las nuevas normas de inmigración entraron en vigor en mayo, tras el retiro de las restricciones al asilo implementadas por la pandemia de coronavirus.
Al igual que otras partes de la misión fronteriza de Abbott, las boyas fueron una idea que el expresidente Donald Trump consideró, pero no implementó. Los planes para la misma barrera flotante estaban en proyecto en 2020, de acuerdo con Mark Morgan, quien en ese entonces fungía como el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
*Con información de AP.