La etiqueta “rock en español” ha sido fuertemente criticada por su carácter reduccionista y el sesgo colonialista que entraña. Los cuestionamientos a ese segmento de la producción cultural han sido escritos esencialmente por aquellos proyectos, agrupaciones y artistas que, desde el lenguaje del rock, han sabido dialogar con músicas y prácticas culturales que se inscriben en lógicas más locales y que permiten superar la mera imitación de las tendencias propias de Estados Unidos o Inglaterra. Café Tacvba y su vínculo con la cultura popular mexicana, Los Tres y su relectura blusera de la cueca chilena, Aterciopelados y su aproximación punk a las músicas regionales colombianas o Soda Stereo con sus atmósferas andinas en un contexto new wave son unos pocos ejemplos que muestran en qué medida la consolidación del rock en español se ha dado sobre la base de un complejo proceso de asimilación cultural. Cincuenta años después de sus primeras expresiones, ese proceso ha dado origen a un sinnúmero de propuestas diversas e irreductibles a una designación genérica cuyo único rasgo común es el idioma. Ahora bien, si existe un momento inaugural de esa historia diversa y múltiple es, sin duda, el disco debut de Almendra, la primera de las bandas eternas de Luis Alberto Spinetta. Lanzado al mercado el 15 de enero de 1970 bajo el sello RCA Vik, Almendra es un disco extrañamente bien hecho para ser el trabajo de una banda liderada por un adolescente de diecinueve años, excepto si comprendemos que ese mismo joven prodigio se convertiría luego en uno de los poetas y compositores esenciales de la cultura pop en Argentina y otros países de América Latina. Compuesto por nueve canciones, este disco parte de la influencia del sonido beatle de Revolver (1966) y Sgt. Pepper‘s Lonely Hearts Club Band (1967), pero incorporando elementos del jazz, la canción popular argentina y el tango de vanguardia de compositores como Astor Piazzola y Horacio Ferrer. Esta fusión de elementos se logra a partir de temas con estructuras complejas, poco convencionales en comparación con otras propuestas rock de la época: el rock-blues de corte más conservador de Manal o el estilo beat ligero de Los Gatos Salvajes. Corriendo todos los riesgos en términos comerciales, Almendra se aventuró con temas extensos, llenos de simbolismo y experimentación sonora. “El rock pone en escena lo que la sociedad ortodoxa tapa": Babasónicos Además del desafío que implicaba cantar en español —lengua profana en un mundo hasta entonces dominado por el inglés—, las letras de Spinetta dejan ver una escritura que juega con la gramática y la acentuación, llena giros propios de la jerga porteña, al tiempo que reflexiona sobre la muerte, el erotismo, el surrealismo, la orfandad, el tiempo y los sueños, temas recurrentes en el catálogo del músico argentino. Toda esta ambición estuvo respaldada por un excelente equipo de producción que, entre otras cosas, puso a disposición de la banda el trabajo de arreglistas de la talla del bandoneonista Rodolfo Mederos y el director de orquesta Rodolfo Alchourron. Con este trabajo debut, Almendra hace que la escena rockera de Buenos Aires se incorpore a la geografía del rock, relativizando la idea de Londres o Nueva York como puntos cardinales. El tema inicial del disco, el clásico “Muchacha (ojos de papel)”, es una sutil apertura en clave acústica que deja los sentidos dispuestos para recibir temas más ruidosos como “Color Humano” y “Ana no duerme”, en los que Almendra muestra un sonido contundente, cohesionado y paradójicamente maduro para una banda de novatos. “Figuración” marca el inicio de la permanente relación que establecería Spinetta con el surrealismo y que sería el leitmotiv de otra obra maestra de su discografía: Artaud (1973). “A estos hombres tristes”, uno de los puntos más altos del disco (fue sampleado incluso por Flying Lotus), es una canción que va del jazz y el tango al rock progresivo, todo articulado por una letra profunda y llena de momentos memorables: “Vive de azul/ Porque azul/ no tienes domingos”… “Ríete al fin/ Que llorar/ Trae tanto frío”… “Si tus pies hoy nacieron viento/ Déjalos correr”… “Tanta ciudad/ Tanta sed/ Y tu un hombre solo”. El cierre, “Laura va”, es una especie de tributo a “She’s Leaving Home” de The Beatles, en este caso con sonido de bandoneón y arreglos orquestales muy adecuados para la atmósfera melancólica del tema. Siguiendo su fascinación por los símbolos y los juegos visuales, Spinetta clasificó las canciones siguiendo los elementos destacados del dibujo que hizo para la portada, un bufón que deja caer una lágrima mientras es golpeado por una flecha de juguete: Lágrima: “Muchacha (ojos de papel)”, “Figuración”, “Plegaria para un niño dormido” y “Que el viento borró tus manos”; Ojo: “Color humano” y “A estos hombres tristes”; Flecha-sopapa: “Ana no duerme”, “Fermín” y “Laura va”. A su vez, en la parte interior del disco se encuentra la explicación de los símbolos: Lágrima: “Temas que están en el brillo de la lágrima de mil años que llora el hombre de la tapa”. Ojo: “Temas que canta el hombre de la tapa desmayado en el vacío”. Flecha-sopapa: “Temas que les cantan los hombres a esa lágrima del hombre de la tapa, atados a sus destinos”. Visto de manera retrospectiva, se trata de un disco que no tiene nada que envidiar a trabajos icónicos del rock anglosajón de la época. Al contrario: abrió un horizonte de posibilidades para que los músicos latinoamericanos abordaran el rock sin complejos, atentos a la influencia extranjera pero trascendiendo la imitación vacía. Su propuesta progresiva, poética, visualmente sugestiva y tan vigente hoy como hace cincuenta años le ha dado ese carácter de disco esencial: punto de partida de la asimilación del rock en el mundo hispano y primer manifiesto musical de un artista tan singular como Spinetta, en buena medida responsable de la descentralización de la cultura del rock, que desde sus orígenes se ha movido en ejes creativos más amplios que los que nos han acostumbrado a reconocer. Gustavo Cerati, dos décadas del álbum ‘Bocanada’
AlmendraAlmendraRCA Vik1970